'Desobediencia o cómo entrenar gallos de pelea': La ópera prima de Juan Pablo 'Tuchi' Ortiz
Todos desobedecemos, a las reglas, a la cultura, a los consejos, a casi todo. Lo hacemos como una forma de sublevarnos ante lo impuesto, como diría Tuchi Ortiz: Todos tenemos desobediencia en nuestros corazones.
Desobediencia o cómo entrenar gallos de pelea es el primer largometraje del director y guionista Juan Pablo Ortiz. Y su producción hace parte de un camino de experimentación constante en el campo audiovisual, que se ve reflejado en documentales como: Voces de Fuego (2011), Ella habló con el león (2015), y el corto autobiográfico IO (2016).
La película, próxima a ser estrenada, aborda el campo del perdón sincero desde la perspectiva oscura y autodestructiva de un grupo anarquista, que inspirados en el ensayo Desobediencia Civil de Henry Thoreau (1849), deciden documentar en video las acciones que toman para lograr un cambio espiritual.
Este filme, con varias particularidades, es una apuesta cinematográfica que pretende transformar, durante 83 minutos, los actuales cánones estéticos de la producción audiovisual. Fue grabada en VHS y filmada con cámaras análogas como acto de insumisión ante la calidad del 4K. Además fue concebida como oportunidad para rescatar una costumbre ancestral, la producción fue el resultado de un trabajo en minga, colectivo y mancomunado.
Hablamos con Tuchi Ortiz sobre su película, una que nos obliga a replantear nuestros juicios sobre el bien, y el mal.
¿Qué es la desobediencia?
La desobediencia surge de su antónimo, que es la obediencia. Obedecer, es por ejemplo, cuando una madre no abraza a su hijo, no se aferra, no lo muerde para que no se vaya a la guerra. Desobedecer no es solo un forma de rebeldía, desobedecer es enfrentar lo que nuestro espíritu siente que está mal.
¿Cuál fue la chispa que te llevó a esta película?
Es bien extraño hablar de las ideas, de cómo llegan a la cabeza de los creadores. En este caso, surge de la carta de un excombatiente donde le reclama a las madres, en particular a la suya, por haberlo dejado unirse a un grupo armado, tal vez él no hubiera cometido ese grado de sevicia y destrucción que llegó a cometer. Él, aunque fue en victimario, realmente era una víctima del desconocimiento de la guerra.
Desobediencia tuvo un periodo de rodaje de solo 11 días ¿Por qué en este tiempo?
Eso es por mi rol de director, yo siempre he creído mucho en una labor de preproducción ardua: ensayos, búsqueda de locaciones, arte y logística previa, que todo esté muy claro y muy intenso, para que en la producción haya unos horarios más flexibles, un buen ambiente, para que todo lo que se ensayó fluya en el rodaje. Siento que la cámara es lo que menos debe durar en el total de una producción cinematográfica. En el caso de desobediencia fueron 3 meses de ensayo con los actores.
Además de estar presente en el nombre, y en la línea dramática de la película ¿Cómo se aplicó la desobediencia en la producción?
Fue aplicada en todas sus áreas, no solo en la parte narrativa. Es como una obra coral. En la parte estética manejamos VHS en contra del 4K, acorde a los años en que se desarrolla la película, que son los 90. Por otra parte, no hay sonido incidental en posproducción, sino que todo se grababa en la escena. Eso crea una estética de lo feo, o de lo que no estamos acostumbrados, porque se ha tratado de limpiar la esencia del cine, cuando la realidad está marcada de muchos matices de sonido.
Hablemos del equipo humano que te acompañó…
Yo duré dos años escribiendo el guion. El casting que realicé no fue una convocatoria abierta para que algún actor se acoplara al personaje, fue más bien, conocer a personas, hablar, ver sus gustos y después, ver que esa persona encajaba en el personaje y hacerle la propuesta de actuar. Los actores son naturales y tienen en algún momento una conexión con el personaje de la ficción.
Se creyó directamente que el talento de fotografía, arte, sonido, se podía encontrar acá (en la región). Es un equipo pequeño, de 22 personas, que fluctuaban según el plan de rodaje. Esto lleva a creer en el talento local, para que así se vaya ganando experiencia.
Por su temática y desarrollo, es una película totalmente contraria a lo que las salas de cine comercial nos han acostumbrado ¿estás de acuerdo?
Si, lo que llega a nuestras salas de cine, sobre todo en nuestra región, es el cine norteamericano que está infantilizando la imagen cinematográfica, es como si te diera una visión muy simplista de la historia. En cambio esta película, es como si te leyeras un libro, como si tuvieras algo que te siguiera narrando después de salir de la sala de cine.
No es solo entretenimiento, sino que te pone a reflexionar y a cuestionarte como ser humano, y a cuestionar a la sociedad. Te guste o no, te genera un pensamiento, te mete una chispa, te crea un incisión de pensamiento que es lo que deben lograr las artes como tal.
¿Cuál es el reto más grande al hacer cine desde Pasto y Nariño?
El reto más grande de hacer cine en la región es desligarse del folclor, de la representación de lo que sería un nariñense, o sea, la generalización. Aunque sí existe una ancestralidad, nosotros somos un crisol de formas y de pensamientos. Pensarse así es un reto, el espectador local como nacional, entra con un sesgo de: “ah, un película nariñense tiene que tratar ciertos aspectos”.
Esta es una película que se ha presentado en otros escenarios antes de su estreno nacional ¿por dónde ha rodado?
La mayor ventana que hemos tenido con la película fue con la muestra Colombia Sur, entre toda la cinematografía del 2018 se seleccionó Desobediencia, porque tiene el enfoque de victimario que quiere hacer un cambio espiritual. La película estuvo 3 semanas en Suecia y 2 semanas en noruega y recibió muy buenas críticas.
Por ahora, la película será proyectada en las siguientes ciudades:
Pasto: del 31 de octubre en Cinemas Valle de Atriz (gala especial).
Cali: 31 de octubre en Museo La Tertulia.
Medellín: 7 de noviembre en Museo de Arte Moderno.
Manizales: 14 de octubre en Cine Espiral.