Del hábito a la gran pantalla: los curas que revolucionaron el cine
Por: Diana Ampudia C.
“Donde cayó Camilo nació una cruz,
Pero no de madera, sino de luz,
Lo mataron cuando iba por un fusil,
Camilo Torres muere para vivir.Cuentan que tras la bala se oyó una voz,
Era Dios que gritaba: ‘Revolución’,
Revisa las sotanas mi general,
En las guerrillas cabe un sacristán”Daniel Viglietti - Cruz de luz, 1968
A menudo la Iglesia Católica —religión oficial de Colombia hasta la Constitución Política de 1991— ha tenido un papel importante en los procesos históricos que han marcado el rumbo de la nación.
En la Independencia, aunque la jerarquía eclesiástica tenía opiniones divididas sobre la emancipación de las colonias españolas, los clérigos a favor usaron los púlpitos para respaldar la lucha liderada por los criollos a cambio de que el Estado naciente siguiera enmarcado en la práctica única de la religión católica, apostólica y romana.
Fue así como el proyecto repúblicano de Simón Bolívar y Francisco de Paula Santander —a pesar de poner sobre la mesa la libertad política, económica y religiosa— se convirtió en el primer proceso emancipador de la región en contar con el respaldo de la Santa Sede, en cabeza del papa Gregorio XVI, en 1835.
No obstante, fue en la Regeneración, con la Constitución Política de 1886 y el Concordato entre el Estado y la Santa Sede de 1887 —como lo explica el historiador José David Cortés en el artículo Condiciones de la Iglesia para apoyar la Independencia—, donde el catolicismo alcanzó su punto más alto en la sociedad colombiana.
El artículo 38 de la carta magna reiteraba que la religión oficial de la nación era la católica y le otorgaba el estatus de ‘elemento fundamental del orden social’. Mientras, con el Concordato, la Iglesia obtuvo el poder de vigilar la educación pública, el registro de la población y las fronteras, estas últimas a través de misiones religiosas.
En el siglo XX, la Iglesia empezó a tomar partido. Por un lado, el conservador, era tal su poder que el arzobispo de Bogotá tenía la última palabra en la elección del candidato presidencial. Por el otro, el liberal, solo había espacio para enarbolar un discurso agresivo en contra de una posición política que promovía la libertad de culto.
Al superar la violencia bipartidista, un sector del clero —influenciado por la teología de la liberación— empezó a preocuparse por las problemáticas sociales que azotaban a la nación. Entre ellos Camilo Torres, cura que abandonó su hábito para unirse a la lucha armada del Ejército de Liberación Nacional - ELN.
Camilo Torres Restrepo: el sacerdote insignia
De familia liberal y burguesa, Torres Restrepo nació en 1929, estudió derecho en la Universidad Nacional de Colombia e ingresó al Seminario Conciliar de Bogotá, donde se ordenó sacerdote. Posteriormente llegó a Bélgica para estudiar Sociología en la Universidad de Lovaina.
Cuando regresó a la capital colombiana fue nombrado capellán de la Universidad Nacional. En compañía de Orlando Fals Borda fundó la Facultad de Sociología, a la que estuvo vinculado como profesor. Pionero de la teología de la liberación, ingresó a la guerrilla del ELN, en donde perdió la vida —en 1966, cuatro meses después de alzarse en armas— en medio de un combate.
“Cuando Camilo llega a la guerrilla, llega: primero, porque no le dejan otra opción; segundo, porque lo van a matar; tercero, el había planteado que [el cambio] tenía que ser [así] si no era por las buenas, pero quizás hubiera preferido otro tipo de lucha, es decir, otro tipo de lucha de masas más que de grupito pequeño que conforma un ejército y hace una guerra. Camilo no era un belicoso, Camilo no era un matón” Carlos Velandia, exlíder guerrillero del ELN.
Por ser un símbolo de lucha para América Latina, Gustavo Nieto Roa, amigo cercano de Torres Restrepo, habló con el director de cine Francisco Norden para llevar su vida a la gran pantalla. Así nació, en 1974, la película documental Camilo, el cura guerrillero.
“La vida de Camilo Torres Restrepo me pareció uno de los elementos fundamentales de la historia colombiana, entonces por eso, en un momento profesional que me permitía realizar este documental sin mucha prisa y contando con la ayuda técnica de Gustavo Nieto Roa, quien fue el camarógrafo de la película, durante dos años estuvimos filmando una serie de personajes claves en la vida de Camilo” Francisco Norden, cineasta colombiano.
El documental tiene como hilo narrativo la evolución ideológica del cura a través de la mirada de políticos, religiosos e intelectuales como: Luis Villar Borda, su excompañero de la Facultad de Derecho; Alfonso López Michelsen, expresidente de la República; y Gabriel García Márquez, escritor y nobel de literatura, entre otros.
Por la misma línea, la pionera del cine colombiano Marta Rodríguez ilustró su amistad con Torres Restrepo en una conversación imaginaria, interesante, puntual y profunda que vio la luz en Camilo Torres Restrepo: el amor eficaz, documental escrito por Fernando Restrepo que propone ‘hablar con el muerto’.
Mira La sotana del padre Camilo Torres en RTVCPlay
Gabriel: abanderado de lo prohibido
La Pasión de Gabriel, película dirigida por Luis Alberto Restrepo y protagonizada por Andrés Parra, María Cecilia Sánchez, Isabel Gaona, Toto Vega y Diego Vásquez, narra la historia de un sacerdote que vive entre el amor de una mujer y su devoción por la Iglesia, el cual —admirado y odiado— enfrenta a los violentos para defender a su comunidad.
“La Pasión de Gabriel es la historia de un hombre que (...) me conmovió muchísimo porque fue un hombre que, de alguna manera, entregó su vida para darle un mensaje de dignidad a una pequeña comunidad” Luis Alberto Restrepo, director de la Pasión de Gabriel.
La cinta contiene una crítica política al olvido en que están muchas zonas del país, devela el papel inocente de los jóvenes en medio de un conflicto y muestra a ese líder religioso de la comunidad enfrentarse a demonios externos e internos.
Mira La pasión de Gabriel en RTVCPlay
La palabra revolución implica un cambio social o político en la estructura de poder o en la organización de una comunidad. En la actualidad, un revolucionario podría entenderse fácilmente como un subversivo, un anárquico o alguien antisistémico. Sin embargo, en el noveno episodio de Hecho en Colombial descubrimos una óptica diferente, la de hombres sensibles y apasionados que revelaron su verdadera humanidad ante el mundo.