Cine afgano: una mirada al horror del totalitarismo religioso
Para la mayoría de las personas es casi imposible saber qué se siente estar en una ciudad que cayó ante el control de una fuerza oscura, violenta e irracional. Solo podemos imaginar muy superficialmente el miedo, la incertidumbre y la ansiedad que corre por la mente de aquellas personas que en Afganistán vieron regresar, después de 20 años, la mano dura del régimen Talibán. En este momento prácticamente no queda más que ver con frustración las terribles imágenes que llegan desde ese país en donde una vez más rige un gobierno ultra conservador, totalitario y sobre todo misógino.
A pesar de que los portavoces talibanes han asegurado que esta vez traen un nuevo gobierno, que no se tomarán represalias contra la población y que respetaran los derechos de la mujer dentro de lo que la ley islámica permita, las noticias que llegan dicen lo contrario. Se reportó que millones de niñas ya dejaron el colegio, que los salones de belleza están cerrando en todo el país, que regresó la esclavitud sexual. A pesar de que algunas mujeres han salido a manifestarse en las calles de Kabul, se teme que sea cuestión de tiempo para que vuelvan las mutilaciones, lapidaciones, violaciones y torturas públicas.
“Esta retirada apresurada de tropas es una traición a nuestro pueblo y a todo lo que hicimos cuando ganamos la Guerra Fría para el Oeste. Nuestro pueblo fue olvidado en ese entonces, lo que condujo al periodo oscuro talibán, y ahora, después de 20 años de inmensos avances para nuestro país, especialmente para las más jóvenes generaciones, todo puede volver a perderse en este nuevo abandono”, escribió Sahraa Karimi, directora de cine y de la agencia estatal de cine Afghan Film.
La cineasta expresó que teme que todo el avance que se ha hecho en materia de derechos y de formación cultural de las últimas décadas se pierda. Además resaltó que las mujeres están en riesgo de ser completamente invisibilizadas, oprimidas y empujadas a “la oscuridad de nuestros hogares, y nuestra voz, nuestra capacidad de expresión volverá a ser reducida al silencio”.
Entre las tantas prohibiciones que los talibanes aplicaron en su primer mandato, estuvo que no se podía hacer ninguna actividad cultural. La música y el cine se suspendieron y la invisibilización de las mujeres fue tan extrema que no podían hablar en público, salir a la calle sin compañía de un hombre de la familia, mostrar los tobillos o siquiera hacer ruido al caminar.
Millones de voces corren el riesgo de caer en el olvido, pero en estos 20 años el cine afgano creó una serie de producciones que no solo nos permiten ponernos por unos minutos en los pies de este pueblo, sino recordar a todas las personas que hoy lo están perdiendo todo.
Por eso hicimos una selección de películas Afganas que nos permiten dar un vistazo a las complejas dinámicas y la convulsa historia de este país.
Pero antes de revisar la lista, si quieren ayudar con donaciones a las mujeres y niños de Afganistán, los invitamos a visitar estas páginas: Comité Internacional de la Cruz Roja, Women for Women International, Afghanaid, Women for Afghan Women y ACNUR.
Kandahar (2001)
Kandahar es el nombre de una de las ciudades más antiguas del mundo y centro de operaciones del régimen talibán en los 90. También es el nombre de la primera película afgana que se estrenó en el festival de cine de Cannes. Si bien estuvo dirigida por el iraní Mohsen Makhmalbaf, y mayoritariamente fue grabada en Irán, la trama está centrada en la historia de Afganistán y el drama que vivió su población bajo el control talibán.
Este largometraje que se estrenó unos meses antes del atentado de 11 de septiembre, cuenta la historia de Nafas, una periodista que logró escapar a Canadá luego de la guerra civil post control soviético, pero que decide regresar a Afganistán después de recibir una carta en la que su hermana le dice que ha perdido sus piernas por pisar una bomba y se piensa suicidar. Nafas decide que debe salvar a su hermana como sea, así que con la complicidad de distintos personajes logra entrar de forma clandestina al país y debe afrontar el horror de la guerra y el control talibán. Esta es una crítica al fundamentalismo religioso, la misoginia y el abandono que ha sufrido un país entero.
Osama (2003)
Esta fue la primera película que se rodó enteramente en Afganistán desde 1996 y obtuvo varios galardones, entre esos el Globo de oro a Mejor película de habla no inglesa. Dirigida por Siddiq Barmak, cuenta el drama que miles de niñas han tenido que afrontar en este país. Las mujeres prácticamente no existen en Afganistán y si no tienen ningún familiar varón, están condenadas a muerte debido a que no pueden trabajar, ni estudiar, ni salir a la calle. Ese es el caso de una mujer y su hija que no tienen a nadie más en el mundo, más que a ellas mismas y para sobrevivir se ven en la obligación de disfrazar a la pequeña como un niño llamado Osama.
La niña encuentra trabajo por un tiempo, pero la gente empieza a sospechar y la cosa se pone peor cuando es reclutada a la fuerza y llevada a un centro de adoctrinamiento y entrenamiento militar, donde está obligada a sobrevivir y ver la forma de ocultar su secreto.
Buda Explotó por Vergüenza (2007)
En 2001, de forma infame, los talibanes dinamitaron los Budas de Bāmiyān, que eran dos colosales estatuas talladas en un acantilado que sobrevivieron por más de 1500 años. A al pie de hoyo que dejaron estos ídolos, se asientan varias familias y en una de ellas vive Bagtay, una niña de seis años que quiere ir al colegio para aprender el alfabeto. Con su vecino decide emprender la aventura, pero en el camino se encuentra con un grupo de niños que “juegan” a ser guerreros talibanes y que planean lapidarla por atreverse a querer estudiar.
Este largometraje fue dirigido por Hana Makhmalbaf, la menor de la dinastía de cineastas iraníes Makhmalbaf, quien de forma dramática y cómica, no solo pone sobre la mesa el tema del respeto a los derechos de las mujeres, sino al del acceso a la educación y la cultura que todos los seres humanos merecen.
A las cinco de la tarde (2003)
Afganistán es un país en el que no existen los sueños, pero tras la caída del régimen talibán en 2001, muchas personas se permitieron volver a imaginar un futuro mejor. Inspirada en esto, la directora iraní Samira Makhmalbaf creó esta obra que trata acerca de Nogreh, una mujer que añora terminar sus estudios y convertirse en la primera presidenta de Afganistán. Pero la postguerra suele ser tan dura como la guerra y el hambre y la pobreza son la ley. Además el padre de Nogreh, es un viejo conservador triste de ver el régimen caer y no está de acuerdo con las nuevas libertades de las que goza su hija.
Esta película es un conmovedor retrato de una época de cambio y esperanza que una vez más quedará en el pasado.
FireDancer (2002)
Jawed Wassel fue un cineasta afgano/estadounidense, que llegó a Estados Unidos en los 80, luego de la invasión soviética a Afganistán. FireDancer no solo fue su ópera prima sino que también fue la primera película afgana que entró a la competencia por los Oscar. Está es una mirada autobiográfica a la diáspora del país, que a la vez reflexiona acerca de los múltiples periodos de violencia que este territorio ha enfrentado. Lamentablemente, Wassel no pudo ver el final de su propia película porque fue asesinado y desmembrado por Nathan Powell, quien financió parte del largometraje y aparentemente apuñaló y mutiló a Wassel luego de una discusión relacionada con las regalías.