Bruce Lee también azotaba el piso con chachachá
Cuando nació Bruce Lee en San Francisco, EEUU, su madre de ascendencia chino-alemana, muy católica y supersticiosa, quiso llamarlo Lee Jun Fan, que significa protector de San Francisco. Luego cambiaron de opinión y decidieron bautizarlo bajo el seudónimo femenino de Sai Fong, que significa pequeño fénix.
Hay varias hipótesis sobre este cambio. Una, cuenta que su padre, también actor y que estuvo con la compañía de artistas de la Ópera China Cantonesa, había sido maldecido y durante tres generaciones y los primeros varones de su descendencia directa morirían jóvenes. Ya había sucedido y su primogénito falleció al poco tiempo de su nacimiento. Así que, al ponerle este nombre, sus padres buscaban ocultar la identidad sexual de Lee y despistar a los espíritus malignos que podían atacarlo.
Al final, una enfermera, para evitar problemas en su certificado de nacimiento americano, decidió escribir Bruce, como todos lo conocemos.
Bruce Lee pasó su infancia y adolescencia en Hong Kong. Con apenas dos meses debutó en un filme titulado Tears of San Francisco (1941) y a los seis estuvo en Birth of Mankind (1946), un melodrama en el que ya mostró su potencial. A los 18, ya en la década del 60, regresó a EEUU bajo la insistencia de su padre que lo quería tener alejado de la mafia china.
En el país norteamericano, empezó estudios de filosofía en la universidad, atraído sobre todo por el taoísmo, aunque abandonó la carrera para abrir un primer gimnasio. Contra las amenazas de algunos asiáticos que lo trataron de traidor, empezó a enseñar a occidentales las técnicas del Kung-fu. Ahí trabajó con intensidad una técnica que se conoce como “el puñetazo de una pulgada”, que hace parte de las artes marciales chinas: un golpe que se realiza a muy corta distancia (de cero a seis pulgadas) y que él terminó popularizando mucho. Y el resto es historia.
Pero hay un pequeño episodio. Una técnica tan contundente como “el puñetazo de una pulgada”, incluso antes de perfeccionar este golpe. Una que dicen que lo salvó la sombra de la mafia china que se cernía sobre él. Que le ayudó a perfeccionar el juego de sus pies y su equilibrio. Y que además, según su hermano, Robert Lee, le permitió vivir aventuras amorosas.
Cuando tenía 18 años, en 1958, antes de ir a EEUU, Bruce Lee participó de un concurso en Hong Kong de chachachá y se llevó el primer puesto. El título fue el de “Crown Colony Cha-Cha Champion”.
Son varias las fuentes que lo confirman. Algunas imágenes de él bailando quedaron registradas en un libro Los tesoros de Bruce Lee, de Paul Bowman. También su hermano, quien produjo el documental Bruce Lee, My Brother (2010), dramatizó la victoria del legendario luchador en el campeonato de chachachá. Y hay una escena clave que confirma este talento, la cual hace parte de una película llamada Darling Girl (1957) en la que sale bailando este ritmo.
El propio Bruce Lee sostuvo que un año después de haber comenzado a aprender el Kung Fu, aprendió a bailar el ritmo creado por el músico cubano Enrique Jorrín, más o menos hacia los años cincuenta. En el Museo del Patrimonio de Hong Kong hay una exposición que incluye muchos artículos personales que le pertenecieron. Entre los objetos que componen la muestra se conserva un cuaderno personal donde anotó 108 pasos de baile de chachachá.