‘Argentina 1985’, una lección para Colombia 2022
El 22 de abril de 1985, por primera vez en la historia moderna, un tribunal civil juzgó a una junta militar luego de que esta dejará el poder. Tan solo un par de años antes, Argentina había regresado a la democracia luego de siete años de una dictadura cívico-militar conocida como el Proceso de Reorganización Nacional, y mucha gente todavía confiaba en los viejos generales.
De hecho, pocos pensaban que un juicio civil iba a tener efecto. Había muchas dudas respecto a si iban a conseguir las pruebas, si los militares iban a dejar que sus líderes fueran al estrado, si alguien iba a ser capaz de tomar el caso y sobre todo, muchos estaban indignados por el trato que se le estaba dando a la junta militar.
Por un lado, había quienes pensaban que las acciones de la dictadura fueron necesarias para sofocar al terrorífico comunismo; que las denuncias de violaciones de los Derechos Humanos eran una exageración, una mentira de los antipatriotas para desacreditar el trabajo de la junta y manchar su buen nombre; y que las víctimas algo habrían hecho para merecer su destino.
Pero por otro los sobrevivientes, los familiares de los desaparecidos y asesinados y una buena parte de la sociedad argentina, cansada del abuso de poder y la represión, consideraban vital para el futuro del país, para la justicia histórica y para la reconciliación que Jorge Rafael Videla, Orlando Ramón Agosti, Emilio Eduardo Massera, Roberto Eduardo Viola, Omar Graffigna, Armando Lambruschini, Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Anaya enfrentaran un juicio y una posible condena.
En el medio de un país dividido, un fiscal al que llamaban “El loco”, Julio Strassera (Ricardo Darín), y su segundo, un joven jurista proveniente de una acaudalada familia con tradición militar, Luis Moreno Ocampo (Peter Lanzani), fueron los encargados de callar las voces de lado y lado y aplicar una de la bases de la democracia participativa: el cumplimiento de la ley.
Dirigida por Santiago Mitre y disponible en Amazon Prime, Argentina 1985 cuenta de forma muy apasionante esta historia y sus pormenores. A veces con humor, a veces con drama, se desarrolla el guion que nos va mostrando a un hombre testarudo y apasionado por su oficio que carga una enorme frustración de su pasado, pero que nunca dejó nublarse por el papel de héroe y redentor. Darín, impecable como siempre, logra meternos en la psiquis de Strassera y la intimidad de su hogar y su despacho, para desnudar un momento que marcó el curso de un país.
A lo largo de más de dos horas esta película nos lleva por múltiples estados de ánimo, desde la incertidumbre de si un joven equipo podrá conseguir las pruebas, la esperanza de un juicio justo, la rabia por las amenazas y trabas hechas por los militares, el dolor de los testimonios de los sobrevivientes y los familiares de las víctimas, la euforia de un veredicto que terminó condenado a Videla, Massera, Lambruschini y Agosti y la indignación de que los demás generales fueran absueltos.
Pero tal vez lo más interesante de esta obra, que ya está preseleccionada para competir por el Oscar a Mejor Película Internacional, son los paralelismos que tiene con el presente de Colombia. Obviamente guardando las proporciones históricas, sociales, económicas, sociales y políticas de ambas épocas y ambas naciones, pero Argentina 1985 muestra muchas cosas dolorosas que en este país enfrentamos constantemente.
Una de las preguntas históricas sin respuesta que existen en Colombia es, ¿quién dio la orden? A lo largo de las décadas de conflicto se han registrado múltiples violaciones de los derechos humanos hechos por la fuerza pública que van desde los chulavitas de La Violencia, pasando por el Estatuto de Seguridad de Turbay, hasta llegar a 6.401 “falsos positivos” registrados por Jurisdicción Especial para la Paz. Ante esta evidencia, recopilada en parte por el Informe Final de la Comisión de la Verdad, es claro un accionar sistemático y doloso de abuso y violencia, pero no es del todo claro quién fue el que autorizó la mayoría de los crímenes registrados en estos periodos. Existen los autores materiales, muchos incluso han sido llevados a la justicia, pero de los intelectuales poco se sabe y menos han habido juicios en contra de estos.
Buena parte de la película muestra cómo desde las fuerzas armadas se hostigaba a todo el que apoyara el juicio. Llamadas intimidantes, cartas con balas, falsas amenazas de bomba, estrategias para poner paranoico al equipo de la fiscalía. El uso del miedo y la fuerza para saltarse la ley. Algo que en Colombia ha sido una práctica denunciada durante décadas.
Pero Argentina 1985 no solo se queda hablando del hostigamiento directo, a lo largo del desarrollo se pone el tema de cómo durante todo el proceso hubo una lucha discursiva. La junta militar y sus seguidores insistían en que lo que hicieron fue necesario para el país y que cualquier acción salida de proporciones se hizo en un marco de guerra y sin el conocimiento de los superiores. Pero como dictamina el Derecho Internacional Humanitario, las guerras tienen reglas y los marcos jurídicos deben respetarse.
Pero en aquel entonces en Argentina mucha gente no lo consideraba así. Después de años de dictadura, las personas se convencieron de que las víctimas eran criminales, guerrilleros y terroristas indignos de piedad. Pero todo humano tiene derecho a un juicio, incluso en dictadura, y si a las fuerzas que deben garantizar la paz y orden se les da el poder actuar sin consecuencias, se pierde toda noción de humanidad, justicia y democracia.
A lo largo de este proceso mucha gente se vio enfrentada con la verdad y con la terquedad de sus cercanos. Muchos como Moreno Ocampo tuvieron que confrontar a su familia conservadora y militarista, pero como bien dice el personaje, buscar justicia no es estar en contra de las fuerzas armadas. En cambio, abalar un crimen como el secuestro, la tortura y el asesinato, sí es ir encontra de la constitición y los fundamentos sobre los cuales se construyen la mayoría de los estados nación de occidente.
La película nos muestra el complejo y a veces inutil debate alrededor de estos temas, pero cuando los testimonios de las víctimas y sus familiares se transmitieron por la televisión y la radio, miles escucharon el horror, la sevicia y la violencia con la actuaron sus supuestos héroes y entendieron que la impunidad no era una opción para una nación que se dice democrática.
Argentina 1985 es muy hábil al momento de humanizar al otro. En las dinámicas de conflicto, el contrario tiene a dejar de ser humano, se vuelve un vándalo, un terrorista, un guerrillero, un bandido, un paraco, todo menos una persona. Lo cual permite que sea sencillo no sentir empatía con un ser desdibujado por un discurso y presentado simplemente como un adjetivo peyorativo o una cifra.
Pero lo interesante es que esto es de dos vías. Porque desde el discurso se tiende a enaltecer a los líderes al punto en que dejan de ser personas y se vuelven dioses. Seres perfectos que no fallan, que son paladines de la moral y el buen comportamiento y que además son unos mártires que sacrificaron todo el bien común convertidos en unos pobres perseguidos cuyo único defecto es amar sin condiciones a la patria.
Por eso vale la pena hacerse la pregunta de si están tan seguros de su virtud, ¿por qué amenazan y boicotean a la contraparte? ¿acaso no le teman al sistema que juraron proteger? o ¿solo aplican la justicia de una sola vida?
En este juicio se logró quitar el disfraz discursivo, de un lado y el otro, para presentar personas y eso tal vez fue más grande que las condenas, ya que solo dos generales tuvieron cadena perpetua, en sus casas, Videla y Massera, los demás la condena más alta fue de 17 años y la más baja de 4.
Al final en Argentina hubo un poco de justicia pero la lucha por encontrar a los desaparecidos y enmendar a las víctimas continua. La gran diferencia es que ya no hay una fuerza armada estatal o insurgente haciendo presión.
En Colombia en cambio tenemos la dura tarea de esclarecer un conflicto que aún no termina y que está lleno de complejidades. Pero ahí está otra de las lecciones de Argentina 1985. Esta fue capaz de contar de forma brillante con muchos matices un momento muy dramático.
En Colombia, la narrativa del conflicto armado en general ha sido contada por el cine de una forma similar. Desde la marginalidad, el abandono estatal, la violencia directa, lo cual no está mal, pero tras la firma del Acuerdo de Paz, se han hecho múltiples esfuerzos por conocer más detalles del conflicto colombiano y entre esos hay miles de voces nuevas con sus propios puntos de vista que pueden ayudar no solo a redondear, sino amplificar esta compleja historia.
La búsqueda de justicia, el deseo de esclarecer las situaciones de abuso y salirse de las pasiones para entender cómo nos construimos como ciudadanos nacidos en igualdad de condiciones, en países como Argentina y Colombia son una lucha diaria que se libra desde múltiples frentes. Esta película nos enseña que es posible desde el cine sumarse a este esfuerzo porque una historia bien contada, realmente cambia el mundo.