Puma Camille mezcla la capoeira y el vogue desafiando estereotipos de género
Ver a Puma Camille montado sobre tacones de más de 10 centímetros, mientras que con sus faldas coloridas y sus collares dorados zarandea su musculoso y esbelto cuerpo a ritmo de berimbaus, pandeiros y atabaques, es una experiencia inigualable. No solo por lo novedoso que significa que alguien mezcle con estética y gracia en un mismo momento y lugar la capoeira y el vogue, dos movimientos que de alguna manera buscan resistirse a la opresión, sino porque en sí mismo, para quien lo ve, este se convierte en un viaje que ayuda a desmontar ideas sobre la masculinidad, el género y a reflexionar sobre esa necesidad tan innata de los seres humanos de explorar los impulsos más fuertes que nos habitan.
“Ser LGBT o afeminado en un espacio donde no está permitido es resistencia. Cuanto más me sumergía en esto más me daba cuenta de que estaba accediendo a algo que estaba oculto dentro de mí. Algo que no podía ser en mis círculos: en mi casa, en la escuela, en la universidad, en la sociedad”, le dijo el artista a la DW en una entrevista.
Cuando Puma Camille habla de ese contexto en el que no se permite no encarnar la masculinidad tradicional —ser aguerrido, fuerte, poco delicado— se refiere no solo a los espacios sociales que todos habitamos, sino en especial a los de la capoeira.
Esta es una expresión cultural que trajeron los esclavos que llegaron de Angola, África hasta Brasil para ser vendidos en tiempos de colonización. Provenientes de los pueblos de Akan, Igbo, Yoruba, Dahomean, Muslim Guineanos, Hausa y Bantú, estos llegaban a trabajar en plantaciones de azúcar y algodón. La capoeira, entonces, surgió como una forma de resistencia a la opresión, un arte practicada en secreto, una transmisión cultural y un estímulo espiritual. Muchos historiadores incluso sugieren que esta era una forma disimulada y camuflada a través de la cual estos se entrenaban físicamente para pelear contra sus dueños, mientras fingían que danzaban.
Y es que justamente esas ruedas de capoeira, declaradas como Patrimonio Cultural de la Humanidad en 2016, cargadas de una ritualidad ancestral poderosísima requieren fuerza, agilidad y destreza, atributos que por años han sido exacerbados por la idea que tenemos socialmente sobre cómo deberían ser los hombres. Y esto no quiere decir que esta expresión cultural sea machista, ni mucho menos, pero como Camille mismo lo explica, “es un ámbito en su mayoría masculino”.
Por otra parte, el vogue o voguing es un estilo de baile que surgió en la cultura ball de Harlem donde se congregaban las drag queens afroamericanas a principios de la década de 1960. Y aunque los orígenes precisos del mismo están en disputa, muchos citan la historia en la que Paris Dupree, actor drag, sacó una revista Vogue e imitó la pose al compás de la música. Hay otros relatos que dicen que este estilo pudo haberse originado entre los reclusos homosexuales negros de la Isla Rikers. Pero más allá de sus orígenes, el voguing se convirtió en un ícono en la cultura ball LGBT y en los clubes de las principales ciudades de los Estados Unidos y en todo el mundo. Fue también un grito de liberación sexual, una forma estética y viva para reafirmar la diversidad de género.
“El vogue y la capoeira son dos manifestaciones de liberación”, dice Camille. “Eran cuerpos que no podían expresarse, que no estaban donde querían estar y necesitaban encontrar una manera de gritar. La potencia de un cuerpo que empieza aquí y termina aquí, es esa esencia LGBTI. Toda esa esencia el voguing ya la entendió, pero no la ha podido ejercer en espacios sociales por razones obvias. Combinando esto con el empuje de la capoeira, mezclando ambas cosas, creas poder”, agrega el artista que con su estética ya ha sido referenciado en revistas de la talla de Elle, en su versión brasilera.
Y su poder es justamente ese que él mismo percibe tanto en la capoeira como en el vogue: tiene un cúmulo de expresión enorme por dentro dadas sus raíces y su identidad de género y al mismo tiempo, tiene todo el empuje y la fuerza para ejecutarla y mostrarla al mundo. Mientras tanto, ayuda a que otros, tal vez un poco más o menos ajenos a lo que significa habitar un cuerpo negro u oprimido en su sexualidad, pero de todas formas, oprimido de alguna manera, pueda acercarse sin juicio y sí con mucha apropiación a los llamados más fuertes de adentro, mientras inspira a otros a hacerlo.