Manizales celebra 45 años de teatro
Del 31 de agosto al 8 de septiembre, la capital de Caldas celebra por partida doble una nueva edición del Festival Internacional de Teatro de Manizales, el más antiguo del continente. Entrevistamos a su director Octavio Arbeláez, quien nos explicó por qué este año "la calle es el escenario".
El evento escénico con más historia de América, nació en 1968 entre una oleada de revoluciones sociales y culturales a nivel continental, y desde sus primeras ediciones, recibió la visita de influyentes personajes en el mundo artístico.
Por la capital de Caldas han pasado grandes compañías de teatro como La Cuadra de Sevilla (España), la Compañía de Danza de Deborah Colker (Brasil), el Bread and Puppet Theater (Estados Unidos) y el influyente Teatro Pobre del polaco Jerzy Grotowski, además de grandes personajes como Miguel Ángel Asturias, Alfonso Sastre, Pablo Neruda, Ernesto Sábato, Mario Vargas Llosa, Jack Lang y Jerzy Grotowsky entre muchos otros.
Después de un periodo de ausencia, de 1973 a 1983, el evento se consolidó con el nombre con el que hoy se le conoce y que es reconocido como patrimonio cultural de la Nación. Bajo la dirección de Octavio Arbeláez desde 1984, el evento se ha convertido en una referencia del teatro a nivel mundial, que aparte de seleccionar grupos profesionales y compañías independientes, busca abrir espacios de experimentación del lenguaje teatral a la ciudadanía, impartiendo seminarios, talleres y foros con grandes creadores, gestores e investigadores.
Para 2013, el Festival Internacional de Teatro de Manizales se celebra por partida doble: está cumpliendo 45 años de existencia y se realizará su edición número 35, la cual tendrá teatro de sala y de calle proveniente de España, Turquía, México, República Dominicana, Brasil, Bolivia, Ecuador, Chile y Colombia; y como ciudad invitada, Montevideo, declarada Capital Iberoamericana de la Cultura 2013.
Además, una carpa de circo será el epicentro de la programación de espacios abiertos que servirán de escenario para compañías como Circo Da Silva de Brasil, Pata de perro de México, Metralleta y Murmullo, Bandascara y Diminuto Circo de Chile, El niño del retrete y Polo Circo de Argentina, ZiyaAzazi de Turquía, CircBover, Iñaqui Matas y Sol Picó de España. También estarán La Tropa del Eclipse de Perú, y por Colombia La Gata Circo de Bogotá y Circo Medellín.
A estos grandes espectáculos, se sumará el diálogo del Encuentro Iberoamericano de Circo, un espacio en el que los personajes del mundo circense en Iberoamérica reflexionarán sobre los caminos del nuevo circo y la revitalizada relación con las artes de la calle.
Es así como Manizales se convertirá, del 31 de agosto al 8 de septiembre, en la casa del teatro de vanguardia, del teatro escénico y de las artes circenses; un evento en donde la calle será el escenario.
Hablamos con Octavio Arbélaez, abogado y especialista en filosofía y marketing cultural, quien fue presidente y fundador de la Red de Promotores Culturales de Latinoamérica y quien desde 1984 dirige el Festival Internacional de Teatro de Manizales.
Lean la entrevista a continuación:
¿Qué trae el festival para esta edición?
Esta edición, dado a su carácter de aniversario, tiene una vertiente fundamental y es que decidimos apostar por ver los caminos del teatro en Latinoamérica en este siglo, y decidimos apostar por la creación joven. Entonces, identificamos a una serie de compañías dirigidas en general por hombres y mujeres alrededor de 30 años, que son la renovación del discurso escenico en el continente. Esa es la vertiente curatorial fundamental; las otras dos tienen que ver con el tema específico de la apropiación de la calle por el espectáculo y el espectador. Por eso, uno de nuestros lemas fundamentales es "La calle es el escenario" y un tercero es la erupción del circo contemporáneo y su relación con las artes escénicas como una irrupción que está siendo necesaria tanto en el continente como en nuestro propio país. Por eso, vamos a hacer una carpa de circo en la que tendremos 8 circos internacionales durante 10 días del festival. Asimismo, habrá un Encuentro Iberoamericano de Circo alrededor del circo y su relación con las artes de la calle.
¿Qué estrenos tiene en esta edición el festival?
Hay dos estrenos mundiales: uno es de la compañía mexicana con "La nieta del dictador"; este texto del dramaturgo catalán David Desola no ha sido montado por ninguna otra compañía antes; y La otra mitad de Dios", una obra dirigida por Gabriel Calderón, de la compañía teatral uruguaya 'Puño de tierra'.
¿Cómo se piensa una edición del festival?
Dado que es anual, hay que planearlo inmediatamente. En este momento ya estoy diseñando e invitando grupos para el 2014 y todavía no ha empezado el de este año. El timpo corre a una velocidad insólita y hay que gestionar los presupuestos, así como buscar los apoyos internacionales para los viajes de los grupos en los países de origen. En general hay un equipo de trabajo que permanentemente está diseñando el festival y que hace el componente curatorial y la gestión de recursos, aplicando a proyectos en las diferentes instancias gubernamentales a nivel nacional, local e internacional; y el proceso de selección y curaduría alrededor de un eje temático para el festival. Así es como se hace y se planea el diseño de un festival.
¿Cuántas personas convoca anualmente?
Alrededor de 500 personas vienen de otras ciudades y otros países a trabajar con las compañías, los técnicos y los productores. Este año nos visitan 53 compañías teatrales de 16 países.
El festival nace en el año 1968 al calor de los movimientos sociales, políticos y culturales de la época. En ese periódo, el teatro estaba mediatizado por un discuro que tenía que ver con la política de izquierda y con una especie de discurso estético en el que predominaba la ilusión y la utopía de un mundo mejor. Entonces, el teatro tenía un discurso de izquierda y de lo que en Europa llamaban la "izquierda divina". Con esas ilusiones, y con ese discurso utópico propio de la época, nace el festival en un período en el que el contexto latinoamericano era de dictaduras. Todos los países de sudamérica y de España tenían dictaduras. Pero Colombia era un oasis, y al venir a Manizales, un oasis de democracia en un país democrático en el que se podía hablar. Así, aparecen fuertemente radicalizados los discursos de la izquierda democrática y planteamientos muy ligados a ese fenómeno político. En medio de eso, surge el festival, el único festival de teatro latinoamericano en el año 68. En ese momento pasaron por Manizales intelectuales de gran calado como Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias, Ernesto Sabato, Jack Lang y tantos otros que con la curiosidad propia de la época asistían a Manizales y convocaban al público.
Posterior a esto, hubo un período de 10 años, del año 73 al 83, en el que se suspende el festival por múltiples razones, entre ellas la política, y se retoma en el año 83, cuando fundamos el festival como se conoce hoy. Cuando cumple 30 años, esta segunda etapa se caracteriza por la erupción de muchos fenómenos con los discursos de la escena contemporánea, en particular una caracterización que ocurre en el teatro mundial que podría llamarse pos dramaturgia, que consiste en la relación del teatro con las otras artes, y en general una ruptura con una tradición ligada exlusivamente al texto. En Colombia ese proceso está muy relacionado con el desarrollo de la creación colectiva y el teatro de grupo que predominaba tanto en los 70 como en los 80 y que sigue manifestándose como una de las formas de producción del teatro en las artes escénicas colombianas. Esa pluralidad y diversidad, se ha seguido manifestando en estos últimos 30 años con ciertas tendencias como la erupción del teatro callejero o como la aparición de la danza teatro, como tantas otras cosas; el uso de espacios no convencionales; la apropiación del discurso performático, específicamente tomado de las artes visuales y plásticas; denominaciones mucho más contemporáneas y unas aproximaciones al teatro y a la escena relacionada con las nuevas tecnologías y con todos los discursos contemporáneos.
Este es un poco el panorama apretado de lo que ha sido el festival en estos 45 años, pero creo que fundamentalmente lo que lo podría caracterizar es haber servido de testigo de su tiempo y de los procesos creativos de cada período que le ha tocado vivir.
Durante la evolución del festival, se ha visto forzado de alguna manera a la formación de públicos. ¿Cómo se ha asumido este proceso?
El festival ha tenido una relación muy interesante con el público, porque la ciudad misma es la protagonista fundamental de él, porque la ciudad es joven, por lo tanto inquieta y curiosa; en esa medida se relaciona con el ámbito universitario y Manizales se caracteriza por ser una ciudad marcadamente universitaria y una ciudad del conocimiento. Se tiene una relación bastante dinámica con el público. Originalmente, llenaba las salas y las formas teatrales convencionales, pero hoy, con la erupción del teatro callejero, hay una relación con el público transeúnte y con el público barrial y comunitario. Desde esa perspectiva se ha crecido en la dimensión de la relación del evento con la ciudad y su entorno. Particularmente, hay una magnífica relación permanente y sistemática con la población universitaria que permite una construcción de públicos.
¿Cómo se vio evidenciada la incursión del teatro callejero en el festival y en Colombia?
Aparece en Colombia mas o menos en la década de los 80. Hay unos precursores como Jorge Vargas y algunas personalidades como Misael Torres o Juan Carlos Moyano. Pero lo que definitivamente sirvió de detonante para que el teatro callejero adquiriera estatus y apareciera en la escena nacional, es la visita de Peter Schumann con Bread and Puppet, una compañía de teatro norteamericana que hace un magnífico espectáculo sobre la muerte y crucifixión del arzobispo Romero en el Salvador. También, con la aparición del Lion Theatre que viene y hace un intercambio con los grupos colombianos y que sin duda alguna marca la aparición de elementos como el teatro antropológico. Eso fue al comienzo de los 80. Precisamente, en el festival del año 84 viene Schumann a Manizales con un gran elenco, grandísimo, conformado por jóvenes colombianos y ahí inicia el teatro callejero en el país.
¿Qué parámetros ha seguido la organización del festival para darle una característica propia a uno de los eventos escénicos más grandes del país?
El festival tiene una personalidad propia. Primero es el festival más antiguo del continente y eso marca una tendencia. En segundo lugar, es un festival encuentro, pues los teatristas no solo actúan, sino que se encuentran alrededor de talleres, seminarios, foros y espacios en donde se habla del teatro permanentemente. El tamaño de la ciudad hace que realmente se encuentren todo el tiempo, no solo que se vean los unos a los otros, sino que convivan y hablen de teatro. En este momento en Colombia, el Ministerio de Cultura apoya cerca de 90 festivales de teatro, sin ninguna duda, el más importante de ellos es el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá; y caracterizadamente el festival que tiene más antigüedad, y el segundo en importancia, por dimensión, por tamaño o ingresos, es el Festival de Teatro de Manizales.
¿Cuáles son los ejes temáticos del componente académico este año?
Estamos apostando fuertemente al tema del circo. En el Encuentro Iberoamericano de Circo habrá reflexiones, talleres, eventos de formación y además un encuentro internacional de investigadores de teatro, al cual acudirán más de 40 ponentes provenientes de 14 países. Así que el nivel es realmente académico, porque cuando hablamos de eventos académicos somos un poco superficiales porque ni es academia ni es riguroso hablar 8 días o por espacio de algunas cuantas horas. En este caso, sí son personas provenientes de la academia, de las instituciones teatrales, pero sobre todo de escuelas. La mayor parte de estos componentes son gratuitos, algunos tienen costo, pero son absolutamente accesibles.
¿En qué consiste el proyecto de las lecturas dramáticas?
En este proceso, que se ha trabajado con el Ministerio de Cultura alrededor de la dramaturgia del conflicto, se han llevado a cabo una serie de lecturas por diferentes ciudades; en particular en ciudades en donde se ha vivido en conflicto armado colombiano, Trujillo (Valle del Cauca), por ejemplo, que vivió una masacre bastante fuerte que estuvo refleja de una obra de teatro llamada "El deber de Fenster". En Trujillo, actores profesionales, bajo la dirección de profesionales, hicieron una lectura de esa obra. Así, se han ido desarrollando sucesivamente estas lecturas dramáticas.
Este ciclo termina en la ciudad de Manizales con el lanzamiento y la presentación de 2 tomos de obras dramáticas antologadas por Marina Lamus, en las que se refleja el panorama rico y diverso de la dramaturgia colombiana.
El éxito de eventos culturales en este momento depende de la calidad de los invitados. El renombre nacional e internacional que estos tengan influye directamente en la participación o la afluencia de público. ¿Ocurre lo mismo con un festival de teatro?
Sin ninguna duda, los nombres convocan al público. Pero desde luego, la cultura musical impacta mucho más en el ámbito nacional, pues la gente acude en masa a ver a ciertos artistas. En general, cuando se diseña un evento cultural siempre se tienen grupos ancla. En el caso del teatro, si bien hay compañías muy atractivas, que tienen gran cartel internacional, eso genera mayor expectativa del público. Sin embargo, en un festival de artes escénicas, la curaduría va más con la coherencia de un eje temático o conceptual y con el descubrimiento de espectáculos innivadores que hagan que el público se aproxime a descubrir espectáculos escénicos atractivos. En general se hace una apuesta que combina grupos exitosos y reconocidos con la innovación y la búsqueda de elementos no convencionales que sorprendan y hagan que el disfrute del espectador sea mucho mayor.
¿Cómo ve la escena del teatro a nivel nacional?
Tengo la alegría de proponerle al público colombiano una renovación bastante interesante en la escena nacional. Hay siete directores jóvenes que estrenarán sus obras en el festival. Por ejemplo, este el caso de César Castaño de Pereira, o Jorge Hugo Marín de Bogotá con "La maldita vanidad". Hay siete directores jóvenes que siento que verdaderamente están renovando la escena nacional y desde esa perspectiva estamos muy satisfechos y contentos de proponerle al espectador colombiano la visibilización de estos nuevos directores, que entran a ser una especie de generación de relevo para los teatristas colombianos.
¿Y en el contexto latinoamericano?
No hablemos en términos de competitividad, pero de lejos el teatro argentino, mexicano y brasileño tienen una mayor evolución. No obstante, el teatro colombiano tiene mucha relevancia e importancia, es significativo y referenciado dentro del teatro latinoamericano y mundial. Realmente hay nombres colombianos que históricamente siempre han sido importantes, pero en las nuevas generaciones, personajes como Fabio Rubiano o como el Teatro Matacandela de Medellín, han significado un hito y son invitados permanentemente en diferentes espacios de Latinoamérica, el Caribe y mundo.