Tortugas en Colombia: de la abundancia a la extinción
“¡150 años y sigo joven!” decía Crush, la tortuga de la corriente australiana del este en la película animada Buscando a Nemo, que nos recordaba la energía relajada y sabia con la que van por el mundo las especies que habitan el planeta desde hace al menos 220 millones de años, a finales del periodo Triásico en la era Mesozoica... aunque puede ser desde mucho antes.
Esa longevidad que las hace conocedoras legendarias de nuestros océanos, tierras y lagunas no es suficiente para salvarlas del riesgo de desaparecer. Con sus movimientos lentos, sus fuertes caparazones, sus patas cortas y conformando una de las especies evolutivas más variadas de nuestro ecosistema, están considerados como uno de los grupos de vertebrados más amenazados en el mundo, ya que más de la mitad de las especies sobrevivientes están en vía de extinción por diversas actividades impulsadas por los seres humanos.
La biodiversidad en peligro
De las 322 especies de tortugas que han logrado sobrevivir al paso del tiempo en el planeta, siete son marinas y 315 continentales (terrestres o de agua dulce). En Colombia, se han registrado 36 especies de tortugas de las cuales 28 son de agua dulce incluyendo una introducida, 2 son terrestres y 6 marinas de las 7 existentes en el planeta, sin contar estas últimas, Colombia es considerado el séptimo país con mayor riqueza de tortugas a nivel mundial y el segundo de América del Sur después de Brasil.
Según Hernando García Martínez, director del Instituto Humboldt, las tortugas cumplen un importante papel a nivel ecosistémico, ya que son consumidoras de semillas y ayudan a la dispersión y propagación de las especies vegetales de gran interés ecológico. “También proveen sustento a las comunidades como fuente proteica. Para las comunidades indígenas, las tortugas tienen un papel relevante en la cosmogonía de su cultura”, precisó García.
Lamentablemente, el 40% de estas especies presentan alguna categoría de amenaza de acuerdo con el Libro Rojo de reptiles de Colombia, donde 3 especies se encuentran catalogadas en Peligro Crítico de extinción (CR), en Peligro de extinción (EN) y 6 como Vulnerables. Siendo la Hicotea (Trachemys callirostris), los Morrocoyos (Chelonoidis carbonaria) las de mayor tráfico y con eventos de extinción local, estando esta última en Peligro crítico. Otras con gran amenaza son la Tortuga del Magdalena (Podocnemis lewyana) o en el sur la tortuga Charapa (Podocnemis expansa) también las tortugas tapaculo y cabeza de trozo (Kinosternon sp).
Ante el riesgo de vulneración de la diversa especie, existen muchas causas o agentes que amenazan a las tortugas en los distintos territorios del país. El biólogo Samuel Cásseres nos indica que, “las tortugas son el grupo de vertebrados más amenazado a nivel mundial con un 52 % de las especies con alguna categoría de amenaza. La presión ejercida por acción del ser humano es el principal factor que ha generado la disminución de las poblaciones de tortugas en todo el territorio nacional a través de una sobreexplotación para consumo, tráfico y comercio ilegal para la tenencia como mascotas, contaminación y factores ambientales como degradación, pérdida del hábitat, así como el cambio climático”.
Otros factores que también hacen parte de la disminución acelerada del número de habitantes de esta especie es el alto consumo de sus huevos y carne, las presiones sobre los ecosistemas y la invasión acelerada de los territorios donde habitan, están entre sus principales verdugos.
Combatiendo la extinción
Diversas instituciones y colectivos comunitarios realizan labores de rescate y cuidado de las tortugas continentales y marinas. La liberación de tortugas en el Caribe y el Pacífico colombiano por parte de los guardaparques nacionales, la capacitación a las comunidades nativas en las zonas donde habitan las especies para evitar su caza y consumo, la concienciación hacia el turismo responsable que no invade negativamente los territorios y promueve la descontaminación de las regiones son algunas de las alternativas que propenden a generar ambientes amigables con esta especie que antecede al ser humano. Sin embargo, no es suficiente.
Según nos indica el biólogo Samuel Cásseres, en el territorio nacional se cuenta con un Programa Nacional para la Conservación de las Tortugas Marinas y Continentales de Colombia publicado en el año 2002 por Ministerio del Ambiente - MMA (actual Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible - MADS) el cual pretende a través de diferentes líneas de acción generar procesos que permitan su conservación. También existe un estudio realizado en el 2019 por Echeverry y colaboradoras, donde se establecen los avances de este programa los cuales no son muy alentadores y exigen enormes retos y esfuerzos a nivel local, regional y nacional que permitan una real Conservación.
“Otro de los grandes problemas es la falta de divulgación de las acciones realizadas muchas veces generando un sobre esfuerzo en los mismas acciones y estrategias sin avances significativos. A nivel local muy poco se trabaja en este grupo y se escuchan las incautaciones de centenas de individuos en especial para épocas de Semana Santa en donde por creencias religiosas el comer este tipo de carne no se considera pecado durante esta semana” añade Cásseres.
Al respecto, Hernando García Martínez, director del Instituto Humboldt también nos indica que “uno de los mayores desafíos en la gestión de la biodiversidad es generar una conciencia colectiva sobre la problemática asociada al uso de las tortugas, la transformación de sus hábitats y la necesidad de tomar medidas urgentes para su aprovechamiento sostenible”, aseguró.
Desde la cotidianidad
Hemos recogido algunas sugerencias de los expertos que nos permiten promover o estimular el cuidado de las tortugas en nuestro país. Lo más importante es conocer la diversidad de tortugas que existen en nuestras regiones de manera local para aprender de ellas. Estas son algunas de ellas:
- Si tenemos la fortuna de ver alguna tortuga podríamos registrarla tomándole una foto y subiéndola a plataformas como iNaturalist donde se puede hacer ciencia ciudadana y donde todos podemos contribuir a su conservación.
- No vender o comprar o regalar individuos de cualquier especie de tortuga, así como sus huevos o sus partes.
- No recoger individuos de su estado natural para tenerlos como mascotas.
- Hablar del tema con familiares y amigos para difundir la información que estamos escuchando y así convertirnos en agentes de cambio en nuestras comunidades.
- Denunciar lugares como restaurantes o venta de animales domésticos, así como personas por la calle que vendan tortugas. Ninguna tortuga es mascota, todas hacen parte de la fauna silvestre y deben estar en libertad cumpliendo su función ecológica en los ecosistemas en los que habitan.