Prejuicios, violencia y señalamiento: lo que aún viven las personas LGBT en Colombia
Ser diferente en una sociedad con reglas tan poco flexibles debería ser motivo de celebración. Eso es justamente lo que se reafirma cada 28 de julio en el Día Internacional del Orgullo LGBT: que a pesar de los prejuicios que rodean las identidades y orientaciones sexules diversas, de la marginalidad y represión con que la sociedad las esconde o denigra de ellas, las personas que se identifican con una o más de las letras de esta sigla puedan expresar abiertamente quiénes son, mientras le dan la posibilidad a otras de hacerlo. Sin embargo, ese camino de reivindicación de la diversidad ha estado y sigue estando lleno de dificultades, asuntos pendientes y piedras en el camino que vale la pena seguir revisando para reflexionar, conversar y sobre todo, actuar, desde nuestro lugar, frente a ellas.
De manera muy acertada y paradójica, Colombia Diversa, una organización no gubernamental que trabaja en favor del bienestar y reconocimiento legal y social de las personas LGBT, tituló un informe que da cuenta de estas problemáticas como “Nada que celebrar: 2020, el año con la cifra más alta de violencia policial, asesinatos y amenazas contra personas LGBT”. Con un registro de 337 personas amenazadas, 226 homicidios y 175 casos de violencia policial, todo en razón de la identidad y la orientación sexual de las víctimas, el informe da cuenta de una realidad desoladora en nuestro país.
Por su parte, el Observatorio PREDIVA, Prejuicios, Representaciones sociales, Estigma, Discriminación, Invisiilización, Violencias y Aniquilación hacia personas con experiencias de vida trans, de la Fundación GAAT, reportó 32 asesinatos de personas de este grupo social en 2020, cinco de las cuales eran mujeres trans migrantes. Por su parte, dice el informe, “En lo corrido del año 2021, han sido reportados 20 casos de personas trans, el promedio de edad sigue estando en los 27 años, teniendo el Caribe 6 reportes, el Valle del Cauca 5 y Bogotá 4 registros las zonas donde más hechos violentos se documentan hacia personas con experiencias de vida trans. Entre estos casos encontramos 2 muertes vinculadas a procesos de intervenciones quirúrgicas artesanales”.
Para entender más a fondo esos avances en los que ya se han caminado con varias dificultades y esos pendientes que aún como sociedad le debemos a las personas LGBT, quisimos conversar con tres expertas. Lina Cuellar, Directora y Fundadora de Sentiido, una organización sin ánimo de lucro que produce y aporta conocimiento sobre género, diversidad sexual y cambio social; Marcela Sánchez, Directora Ejecutiva de Colombia Diversa, una organización que defiende los derechos de las lesbianas, gays, bisexuales y personas trans en el país, y Danne Aro Belmont, Directora Ejecutiva de la Fundación GAAT, Grupo de Acción y Apoyo a Personas con Experiencia de Vida Trans. Ellas nos ayudaron a entender estas cuestiones.
Los derechos que ya hay
De acuerdo a Marcela Sánchez un logro importante en los derechos de las personas LGBT es la Constitución del 91. “Me parece muy importante que se están cumpliendo 30 años de la Constitución en Colombia. Es un gran logro esa posibilidad de construcción desde la diferencia. Hay muchos avances a partir de lo que ha hecho la Corte en cuanto a acceso a los derechos a la salud, a la educación, al trabajo. Antes, ser gay le impedía a las personas ser docente, no se podía conformar una familia ni expresar afecto en público. No éramos ni ciudadanos de segunda”, dice la experta.
Y explica que a grandes rasgos, aproximadamente desde el año 95 hasta el 2007 hubo varias sentencias que dieron paso a derechos individuales a personas LGBT como la educación y el trabajo y que, de 2007 a 2016, vinieron otras sentencias que permiten que las personas homosexuales puedan ser pareja, casarse y adoptar.
Sumado a esta idea, Lina Cuellar explica que Colombia es uno de los pocos países de la región con matrimonio igualitario y uniones civiles aprobadas. También, dice, hay un decreto de cambio sexo y nombre al que pueden acceder las personas trans en el registro civil, aunque tenga varios obstáculos. “En términos de derechos, esto es muy importante para las personas LGBT porque reduce mucho los obstáculos para desenvolverse en la sociedad”, sentencia.
“Otro punto es el reconocimiento de las personas LGBT como víctimas del conflicto armado. El informe de Aniquilar la diferencia del Centro de Memoria Histórica es clave porque muestra cómo las personas fueron víctimas específicamente por su identidad. Se identifican al menos 5.000 victimas de abuso sexual, torturas, despojo, asesinato, prostitución, trata, entre otros. Ese para mi, es uno de los reconocimientos y logros más importantes. Además porque se ha intentado vender la idea de que ser LGBT es algo de la ciudad y no. Hay personas LGBTI indígenas, campesinas y de zonas rurales que resisten, pero que son mucho más objeto de la violencia armada”, agrega Cuellar.
Por su parte, a nivel cultural, Sánchez explica que las personas LGBT ya no son invisibles en los medios. “Antes salíamos con voces extorsionados, luego empezamos a ser representados a través de personajes exóticos y extravagantes, haciendo muy difícil que las y los colombianos tuvieran la oportunidad de ver personas LGBT a las cuales se parecen. Pero poco a poco ha habido una apertura”.
Otro aspecto a resaltar es la educación en torno al género y la diversidad. Cuellar explica que la ley 1620 de convivencia ayudó mucho al reconocimiento de las identidades y ciudadanías. Igual, dice la experta, “es importante que profesores y directores metan currículos para respeto a diversidad, no solo LGBT, sino toda la diversidad ya que en los colegios se gestan muchas de estas ideas”.
Las deudas que todavía hay que saldar
La sigla “LGBT” reúne muchas peticiones y demandas particulares y no solo generales sobre las cuales quisimos ahondar. Lina Cuellar nos lo explicó así: “la sigla se usa en términos políticos, pero en la vida práctica, una persona no binaria no va a tener las mismas necesidades que una persona trans. Por eso no hablamos de comunidad, sino de personas LGBT, porque o sino piensan que todas somos iguales”, dice.
Sanchez explica que, por ejemplo, para hombres y mujeres trans el tema de la libreta y servicio militar sigue pendiente. “Además está el acceso y la permanencia a lugares de trabajo. Muchos tienen miedo de perder su empleo a pesar de que esto es ilegal. Y por otro lado, ahora que todo el mundo habla de la policia, ahí hay un gran trabajo que hacer en cuanto a una reforma porque existen muchos casos de violencia policial a personas LGBTI”.
En términos generales, explica Cuellar, el movimiento LGBT ha priorizado mucho las necesidades de los gays y las lesbianas. “Ha sido muy 'LG', en el sentido de que se ha centrado en temas como el matrimonio y la adopción. Pero por ejemplo, entre gays y lesbianas hay una diferencia porque las mujeres se enfrentan al machismo y las mujeres en la escala social siguen estando por debajo de los hombres. Por su parte, las necesidades trans son muy específicas. Tienen un asunto legal muy fuerte basado en el reconocimiento de su identidad en espacio públicos, el servicio militar obligatorio y generalmente les hacen una redada y son personas perseguidas y violentadas”, agrega.
Danne Aro Belmont justamente explica a cabalidad esas violencias diferenciales que viven las personas con experiencias de vida trans. Tras la expedición del decreto 1227 de 2015 en el que las personas pueden corregir su sexo en el registro civil o cédula de ciudadanía, todavía hay notarias que no conocen el decreto y solicitan documentos adicionales que no deberían pedir, explica.
La experta pone sobre la mesa otro asunto importante: “El proceso no es gratuito. Para asumir nuestra identidad hay que pagar. Esa es una desventaja social y económica. Importante que esté el decreto, pero es importante que se cumpla de verdad”.
Al derecho a la salud también hay que ponerle la lupa: “Nosotres entendemos la salud como bienestar integral: no solo consta de tratamientos quirúrgicos u hormonales, sino salud mental y emocional. Hay afectaciones diferenciales que nos tocan”.
Por su lado está el acceso al trabajo y esa posibilidad todavía limitada de poder ejercer en otras áreas aparte de las que la sociedad ha obligado a las personas trans, dice Aro Belmont. “También el derecho a la movilidad y a la vivienda. Este lo analizamos no solo a través del acceso a viviendas dignas para personas con experiencias de vida trans, sino a partir de cómo construimos nuestras familias. Nos suelen sacar de nuestra familia nuclear y tenemos que irnos a otras casas. Muchas personas creen que estamos solas en la vida, pero en la práctica no es tan real. Construimos familias distintas y estrategias de resistencia distintas que podemos empezar a valorar”, agrega.
Además dice que a las personas trans se les asesina y persigue en razón de su identidad. “Nos persigue el conflicto armado, el desplazamiento, las instituciones. La migracion de personas trans es un tema del que poco se ha hablado”, advierte.
Para Marcela Sánchez hay dos grandes deudas: que no discrimnar sea un valor y que podamos legitimar la existencia de todas las personas. “Ojalá podamos valorarnos como sociedad por la poca discriminacion hacia la sexualidad e identidad. También es importante resalta la legitimidad de la existencia de ciertas personas. Seguimos pensando que hay personas que no deberían existir. Se nos reclama existir como si no tuviéramos derecho a estar en la calle, el colegio. Se nos reclama por ser ciudadanos”, agrega.
Al hablar de educación, antes se resaltában las competencias ciudadanas, dice Sánchez, “pero educar en humanidad es lo más importante. Y esto se trata simplemente de señalar menos y reconocer y escuchar más".