Los peligros de justificar la violencia de género bajo la salud mental
En Colombia la salud mental es un tema complicado sea por la falta de acceso que hay, la poca preocupación que tiene la sociedad respecto a esta y por todos los mitos y estigmas que giran alrededor de estos padecimientos. En el país, apenas una de cada cinco personas que necesitan tratamientos psicológicos los recibe, lo cual hace que quienes tienen una afectación en su salud mental tengan que luchar todos los días, no solo por mejorar su condición, sino por ser comprendidas, incluidas, respetadas y cuidadas.
Entre las múltiples indignaciones y debates surgidos tras las denuncias de presunto abuso realizadas contra Johnatan Hernández, guitarrista y líder de Electric Mistakes, sobresale el tema de la salud mental. Según los testimonios de las cuatros mujeres que hicieron la denuncia, Hernández constantemente hablaba de su padecimientos, diciéndoles que se encontraba en el espectro autista y usando este diagnóstico para justificar varios de sus comportamientos; sobre todo los que tienen que ver en la manera cómo se acerca a las mujeres, sus problemas para relacionarse con los hombres y la forma en la que trataba a sus colegas de banda. Con esto buscaba generar confianza en ellas.
“Él utilizó como carta de presentación sus múltiples enfermedades físicas y psicológicas, dándome a entender y explicándole que no entendía muy bien ciertas normas sociales”, declaró Veronika Zurita en su testimonio. Por su parte, Natalia Gordillo dijo en su testimonio: “la actitud que tenían ambos frente a la salud mental me dio mucha confianza por el momento en el que yo me encontraba, y esto me llevó a decirles desde el primer momento cómo me encontraba yo, abriéndoles las puertas a saber sobre mi depresión y mi ansiedad”.
Esto generó varias críticas y reflexiones en redes sociales, relacionadas con el tema de salud mental, sobre todo de personas que se encuentran en el espectro autista, quienes cuestionaron la estigmatización que este tipo de casos genera.
Según explica el psicólogo Eduardo Martínez Rubio, hay muchos casos de delitos, en los que los acusados alegan sufrir algún tipo de afectación a la su salud mental, para “aparentar ante la ley que no son sujetos de culpa porque no tienen conciencia de lo que hacen”. Y aunque cada caso tiene su complejidad, y por supuesto el de Electric Mistakes también, por lo que seguramente a nivel judicial se analizarán las pericias del mismo, quisimos indagar en este tema que levanta tantas preguntas.
¿Es la enfermedad mental una justificación?
Martínez explica que “una persona que llegara a tener un padecimiento de salud mental, no es igual a una persona con dificultades sociales”. Además, al momento de un juicio se debe profundizar en el diagnóstico que tiene la persona, si hay medicamento, si el trastorno es severo o leve y varios otros elementos.
Un ejemplo de eso fue el caso de Jhonier Leal, que tras confesar haber asesinado a su hermano y madre, intentó ser declarado como enfermo mental para ser inimputable y así evitar pagar cárcel. Su defensa consistió en decir que no estaba consciente de que sus acciones estuvieran mal, pero hay varias pruebas, como la premeditación que demostraron lo contrario.
Adriana Isabel Rincón Martínez, abogada defensora de los derechos humanos de las mujeres, especialista en víctimas y docente universitaria, también enfatiza en que cada caso es distinto y que “no basta solamente con tener un diagnóstico de salud mental, sino que, en el marco de un proceso judicial, se debe demostrar que todas la acciones que se llevaban a cabo obedecían a ese trastorno, o sea que había un estado de alteración de la conciencia que hacía que no fuese consciente de lo que estaba haciendo o no que se le pudiese reprochar por su actuar”.
Por ejemplo: una persona sufre un episodio psicótico y en medio de este experimenta una serie de alucinaciones que distorsionan su percepción de la realidad. En este estado alterado, en el cual su mente está enajenada, otra persona se acerca para ayudarle, pero termina siendo agredida. Aquí es importante entender que la persona que sufrió el episodio psicótico no actuó con la intención de causar un daño. Este es un evento aislado en el que no es responsable de lo que está haciendo.
Pero es distinto cuando hay direccionamiento del acto delictivo. Esto en términos jurídicos se conoce como el elemento volitivo o dolo, y es cómo se mide la intención de un acusado. En los casos de violencia machista, esta intención está dirigida hacia las mujeres con el propósito de causar el mayor daño posible y/o aprovechar una situación de vulnerabilidad.
La psicoterapeuta con enfoque de género Nancy Becerra opina que: “es muy problemático que aún permitamos que los agresores se justifiquen en problemas como el autismo. Ya hay mucha evidencia científica donde realmente se ha demostrado que las agresiones no corresponden ni en un 5%, a personas con un trastorno mental, ni siquiera a trastornos como la psicopatía”.
En este sentido, por más que una persona padezca cualquier tipo de trastorno, al momento de un juicio hay que tener en cuenta una serie de agravantes, por ejemplo, los patrones de conducta, la sistematicidad de las acciones, el consumo deliberado de sustancias, la premeditación del acto y en el caso de que exista, la complicidad de un tercero. Todos son indicadores de que no solo existe una intención, sino que hay conciencia de lo que se está haciendo.
La larga lucha contra el estigma
Rincón también resalta un elemento muy importante a tomar en cuenta, sobre todo en los casos de abuso, y es la salud mental de la víctima. “Hay muchas mujeres que conviven con diagnósticos de salud mental y muchas veces son dejadas de lado porque sus agresores conocen esos diagnósticos y lo que hacen es aprovecharse de ellos para ponerlas en mayores circunstancias de vulnerabilidad. Entonces también es muy importante indicar sí eso está pasando”.
Estos casos, además de las víctimas directas y los daños que les causan a estas y a su entorno, también generan varias víctimas colaterales, pues quienes sufren de alguna afectación a su salud mental o están en el espectro de autismo terminan siendo estigmatizados o estigmatizadas. Muchas personas tienen la errónea percepción de que una persona neurodivergente es peligrosa o problemática.
Frente a esto Nancy Becerra agrega que cuando el victimario decide excusarse en una supuesta enfermedad mental ejerce “una violencia simbólica, la cual es el caldo de cultivo del prejuicio, desde donde se hacen lecturas sesgadas de la realidad. Hay que sancionar a todos esos agresores que insisten en ocultar su responsabilidad estigmatizando a las personas que padecen algún tipo de enfermedad mental”.
“Las personas, que tenemos algún trastorno de salud mental, llevamos un estigma con el que tenemos que correr todos los días, toda la vida. Un estigma que reproducen en redes sociales, en películas”, comenta Katherinne Garavito, abogada defensora de los derechos humanos, feminista, quien está en el espectro autista. “Eso es lo problemático, que nos sigan viendo como peligrosas para la sociedad cuando eso no es cierto y cuando con un tratamiento adecuado, podemos llevar una vida normal”, agrega.
Para romper este estigma todavía hay un trecho largo, el cual requiere múltiples reflexiones y sobre todo cambios. Lo primero es acabar con la percepción que se tiene de la salud mental como algo malo y peligroso. Es importante entender que todas las personas, en algún punto de nuestra vida, padecemos algún trastorno que necesita terapia, tratamiento y algunos medicamentos. Esto es vital, ya que nos permite abordar de forma más empática la neurodivegencia y la salud mental.
Lo segundo es buscar informarse sobre estos temas, porque a través del conocimiento se pueden romper los estigmas y prejuicios. Y finalmente estás reflexiones deben apuntar tanto a nuestro sistema de salud como al judicial, donde se deben hacer cambios estructurales que aseguren juicios justos, tratamientos adecuados y el acompañamiento necesario para las víctimas.