Lactancia materna en público, no es para el público
“Esto es una falta de respeto con los usuarios del sistema Metro. ¿Cómo es posible que la señora no tenga al menos una cobija o una camisa para taparse?”, fueron las palabras tuiteadas por un usuario del Metro de Medellín, quien en mayo del 2022 compartió el vagón del tren con una madre que decidió amamantar a su bebé en medio del recorrido.
“Sí, una lástima... tu comentario”, fue la respuesta por parte del sistema de transporte Metro, actuando en defensa de las madres lactantes y manifestando una actitud de tolerancia cero ante las críticas y prejuicios que caen sobre las mujeres que lactan en público.
@metrodemedellin esto es una falta de respeto con los usuarios del sistema metro, como es posible que la señora no tenga al menos una cobija o una camisa para taparse, así como se quejan de que en el metro las manosean y que son abusadas sexual y verbalmente, lástima del metro pic.twitter.com/oFiYgJJ3GM
— pp (@pp_yeferson) May 18, 2022
Este suceso que inició en las redes sociales es el reflejo de un estigma persistente y que no desaparece en la sociedad, pese a que amamantar a un bebé es un acto totalmente natural, es una forma óptima de preservar la vida, porque aporta significativamente en el desarrollo biológico de las nuevas generaciones.
Sin embargo, escenas como esta se repiten más de lo que pensamos. “David y yo estábamos en un centro comercial, saqué mi teta para calmarlo, porque estaba molestocito, apenas empecé a lactarlo se acercó una señora y me dijo: mostrona”; esto le ocurrió a Marcela una tarde de sábado mientras hacía diligencias en Pasto.
Así como ella, son muchas las mujeres que han recibido comentarios, miradas, actitudes y hasta acciones que intentan prohibir su lactancia en espacios públicos, argumentando que es un acto irrespetuoso, incómodo o vulgar, pero, ¿por qué es vulgar algo que biológicamente está diseñado para ser así?
Desde Radiónica quisimos hablar con algunas madres jóvenes sobre sus experiencias al amamantar en espacios públicos y, con ello, hacer un llamado a defender la lactancia materna en cualquier lugar.
No hay nada como la lactancia
“Si a ti te da hambre en la calle, vas, compras algo y te lo comes: con la lactancia es igual. Si tú, como mamá, te das cuenta de que tu hijo tiene hambre y sea que estés en la calle, en un centro comercial, en tu casa o en donde sea, vas a darle de comer”, comenta Daniela Luna haciendo referencia a la normalidad con la que debería asumirse la lactancia, ya sea en público o en privado, porque lo más importante es alimentar al bebé.
La Organización Mundial de la Salud y UNICEF recomiendan que la lecha materna sea el alimento exclusivo de los bebés recién nacidos hasta los 6 meses de edad, esto debido a sus características nutricionales, de protección y estimulación; aunque hay madres que deciden lactar a su bebé por más tiempo y es válido, porque, así como a los bebés les aporta grandes beneficios, también lo hace para contribuir al bienestar de la madre.
Pero la lactancia materna no es una práctica que beneficia únicamente a las madres e hijos, la realidad es que aporta significativamente a la sociedad que rodea este vínculo.
Según UNICEF, “contribuye al desarrollo de los países pues ayuda a disminuir costos para atender enfermedades como diabetes, cáncer, hipertensión, entre otras. Además, ayuda en el cuidado del medio ambiente pues no produce desechos ya que evita el uso de materiales contaminantes para publicidad, envasado y transporte.”
Así las cosas, promover y apoyar la lactancia debería ser una responsabilidad de todos, pero infortunadamente cuando se trata de lactar en público empieza a socavarse este compromiso, los puntos de vista se dividen, surgen argumentos basados en creencias, algunas guiadas por una supuesta moral y muchos otros desde el desconocimiento.
El “problema” es la teta
“A Samuel le dio hambre cuando estábamos en la calle, así que yo me senté en una banca y le di tetica. Lo primero que sentí fueron las miradas de los hombres sobre mí. Aunque nadie me dijo nada, las miradas fueron demasiado acosadoras”, nos cuenta Ingrid sobre un episodio ocurrido mientras lactaba a su bebé en un espacio público.
En Colombia la lactancia materna está respaldada a nivel estatal por instancias como el Ministerio de Salud y Protección Social, el ICBF y la Corte Constitucional. Según datos del portal Colombia Check “se han tomado decisiones en varias sentencias como la SU-075/18, T-030/18, la C-005/17 y la T-373/98 que proponen el amparo de los derechos fundamentales y la protección laboral reforzada a las mujeres en estado de embarazo y que están en periodo de lactancia afirmando que no pueden ser despedidas.”
De tal manera que todas las mujeres pueden lactar seguras con el respaldo del estado, aunque infortunadamente este mismo respaldo no se recibe del todo por parte de la sociedad, ya que sigue considerándose como un tabú debido a que involucra una parte del cuerpo femenino que está más relacionado con lo sexual.
Lo paradójico es que las glándulas mamarias, órganos que compartimos todas las hembras que integramos la clase de los mamíferos, se fueron desarrollando para producir leche que alimente a las crías durante los primeros meses de vida, así que, la lactancia es la firma inequívoca de los mamíferos y es el resultado natural del equilibrio biológico.
Si esto último aún no es tan claro lo podríamos resumir como: los pechos femeninos están diseñados para amamantar, no para ser eróticos.
El problema es la hipersexualización del busto y esto puede entenderse como la obsesión por exaltar los atributos sexuales de una persona por encima de sus cualidades, además se condena aún más cuando el busto es visible para un acto diferente a satisfacer el placer masculino.
Hemos olvidado que, el busto, las tetas, las mamas, los pechos, las bubis o las pochecas, tienen un valor funcional como fuente de alimento que va más allá de lo estético y erótico. Asumir que existen en los cuerpos femeninos con el objetivo de alimentar, podría alejar del prejuicio a quienes ven en la lactancia en público un acto bochornoso.
Las cabinas de lactancia, ¿cómodas y seguras?
A finales de diciembre del 2021 el Aeropuerto el Dorado de Bogotá inauguró unas cabinas exclusivas para la lactancia materna, iniciativa que, según lo mencionó Natalí Leal, gerente de Asuntos Legales e Institucionales de Opaín para El Tiempo, busca mejorar la experiencia de sus visitantes e incentivar la lactancia en espacios acondicionados y seguros.
Sin embargo, esta idea desató comentarios de diferentes posturas, a favor y en contra, como la siguiente publicación de rechazo que cuestionó no solo la iniciativa del terminal aéreo sino también de la percepción social frente a la libertad de una madre que decide lactar a su hijo en un espacio público:
Esta cabina de lactancia en el @BOG_ELDORADO no es ningún beneficio, es una canallada ¿por qué se tiene que encerrar a una mujer lactando? pic.twitter.com/2TjSmeI7i8
— Pablo Felipe Arango (@PabloFArango) May 21, 2022
Pero, ¿son agradables para las madres? Le preguntamos a Maristela Folleco, integrante de Amachay: “Si uno está en un lugar público es porque tiene que estar ahí, tenerse que ir a esconder para lactar no me parece tan cómodo ni seguro. Lactar se hace cuando lo puedas hacer y dónde estés, no debe tener prejuicios, ni verse mal. Es algo libre y natural, así deberíamos verlo todos”.
Así como Maristela, son muchas las mujeres que deciden reivindicar su derecho a la lactancia en público, aunque también son muchas las mujeres que prefieren hacerlo en privado para mayor comodidad. No hay una regla al respecto, es una decisión individual de cada madre, todas igual de válidas y respetables, las cuales, como sociedad, debemos apoyar, porque así estamos protegiendo a las nuevas generaciones por medio de una lactancia materna libre, independientemente del lugar donde se practique.
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Porque nos resulta Chévere Pensar en Voz Alta quisimos conversar con varias madres pertenecientes a la Tribu Amachay de Pasto, quienes reivindican el derecho de lactar en público y, a su vez, dialogamos con ellas para comprender las razones que se esconden detrás del rechazo de amamantar en lugares ajenos a lo privado.