¿Aulas vacías?: La crisis de las universidades
Se acerca el final del primer semestre en las universidades y tanto alumnos, como profesores y las mismas instituciones tienen muchas dudas sobre el futuro de la educación como la conocemos.
En esta primera parte del año el formato clásico de la educación dio un giro de 180 grados por la llegada del COVID-19. Para salvar el semestre se puso sobre la mesa una práctica de la que se hablaba hace mucho tiempo, pero nunca había tenido la atención necesaria, la educación virtual.
Para Mario Fernando Hurtado, consultor en educación y docente, la educación virtual siempre ha tenido una asociación errónea con la baja calidad y eso es justamente lo que hoy en día le está pasando factura a las universidades.
Pero antes de que el COVID-19 llegara y se diera este cambio a la virtualidad, las universidades ya estaban pasando por una crisis debido a la baja inscripción de nuevos estudiantes.
El Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana confirma que entre el 2016 y 2017 el ingreso de las universidades privadas cayó un 13% debido a la baja en matrículas y en el caso de las universidades públicas las matrículas bajaron un 18%. El panorama continuó empeorando, pues según el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior, para el 2018 se matricularon 38.000 estudiantes menos que durante el 2017. Es así como después de 3 años de venir presentando estos problemas se empieza a hablar de una grave crisis en la educación superior.
Esto puede ser resultado de dos cosas que con el tiempo han venido cambiando y no solo en Colombia sino en el mundo. Una, es la forma de pensar de los jóvenes. Tener hijos y familias grandes no está en los planes de vida de muchos, así que la población se está reduciendo y envejeciendo. Por otro lado, los jóvenes ya no ven la educación superior como una necesidad, muchos prefieren continuar aprendiendo de forma empírica y emprender en diferentes proyectos que tienen en mente o que ya han establecido.
A esto se estaban enfrentando las universidades cuando llegó el COVID-19 y entonces sus problemas ya no fueron solo las matrículas del primer semestre, sino también la educación virtual, la deserción de estudiantes, la infraestructura y la continuidad de todos los maestros.
Problemas que enfrentan las universidades por la llegada del coronavirus.
Antes de explicar cada uno de los problemas anteriormente enunciados se debe hablar de las diferencias en cuanto a financiación de las universidades públicas y privadas, ya que esto permite tener mayor claridad en cuanto a la forma en que están enfrentando este problema.
Según Hurtado, en el caso de las universidades públicas aproximadamente el 90% de sus recursos son girados por el estado, el otro porcentaje corresponde a lo que los alumnos deben pagar de su matrícula, que recordemos no es la totalidad pues una gran parte es financiada por el estado. En el caso de las universidades privadas el 95% de sus ingresos corresponde a las matrículas pagadas por los estudiantes, lo que las deja muy mal paradas frente a esta crisis.
Deserción de estudiantes.
Existen dos motivos por los cuales las universidades pueden tener menos estudiantes para el segundo semestre del año, falta de dinero y desacuerdo con la educación virtual.
Los casi 3 meses de estar en aislamiento preventivo han frenado por completo la economía del país, muchas personas han perdido sus puestos de trabajo, sus contratos han sido suspendidos o sus sueldos se han visto disminuidos en un 20 o 30%. La situación económica no es fácil y las universidades intentan ayudar con alivios en las matrículas como descuentos del 10 o 15% por pagos anticipados, sin embargo esto no es suficiente, el dinero sigue sin alcanzar.
Por otro lado, están aquellos estudiantes que pueden tener el dinero para pagar, pero no están de acuerdo con la metodología de las clases virtuales, sienten que no es lo mismo y que de continuar el segundo semestre de esta forma prefieren aplazar sus estudios y continuar cuando las cosas se normalicen un poco más y se ponga sobre la mesa la opción de regresar a la universidad.
Ante este panorama las universidades han planteado la opción de la semipresencialidad para algunas carreras que deben realizar talleres, los cuales requieren que los estudiantes vayan a las instalaciones. Sin embargo, aun no se conoce una respuesta definitiva por parte de las instituciones y de esa respuesta final depende el pago o no de muchos estudiantes.
Aunque para algunos la semipresencialidad es la solución, también se conoce de padres de familia que prefieren no inscribir a sus hijos hasta que esta pandemia termine y más cuando se plantea la posibilidad de que ellos tengan que salir de sus casas a tomar clases. Para Mario Fernando Hurtado, el miedo puede convertirse en otro gran enemigo para la educación porque esto puede que no acabe en 6 meses y que se tome más tiempo, así que no solo será un problema de este semestre sino del próximo año también.
Continuidad de profesores
En este caso Hurtado explica que para hablar de este tema primero se debe ser consiente de los tipos de contratación que tienen los profesores:“un 70% de la planta universitaria es de cátedra, eso quiere decir que a los profesores se les contrata por el semestre y por hora dictada”. Teniendo en cuenta la situación actual esto se traduce en que si disminuye la cantidad de alumnos matriculados, las universidades no van a verse en la necesidad de contratar a los profesores. Entonces los maestros se enfrentan a un panorama incierto en el que saben que en mayo finaliza su contrato, en junio tienen su liquidación y solo hasta mediados de julio, inicios de agosto, saben si continúan o no en las universidades.
En el caso de los profesores de planta, Hurtado afirma que es muy posible que para el segundo semestre las universidades los llamen para re negociar sus sueldos, sobre todo quienes tienen altos ingresos.
Seguramente muchos maestros de planta se van a encontrar con la difícil situación de tener que trabajar más, dictar más clases por el mismo valor o incluso menos. Un segundo semestre que para los maestros será muy complicado pues muchos tendrán que seguir desde la virtualidad o replantear sus clases para la semipresencialidad.
Infraestructura
Si las universidades quieren que parte de su plantel educativo regrese, debe preparar su infraestructura, de tal forma que esta cumpla con todas las medidas de bioseguridad.
Al respecto el Ministerio de Educación afirmó por medio de un comunicado que “Las Instituciones de Educación Superior darán inicio en las próximas semanas a la etapa de preparación y evaluación de protocolos para el retorno progresivo de laboratorios prácticos presenciales durante los meses de junio y julio de 2020”, este proceso debe estar bajo la vigilancia del Gobierno Nacional y las autoridades locales.
A su vez, los protocolos varían dependiendo de si las instituciones se encuentran en municipios que presentan casos de Covid-19 o si por el contrario fueron declarados como municipios No-Covid.
Todo este protocolo debe estar listo para el mes de agosto, cuando inicia el segundo semestre del 2020.
Sin embargo, Hurtado también reflexiona sobre otros cambios adicionales como los horarios de clase los cuales serán de vital importancia para evitar hacinamiento en las instalaciones de las universidades. Se debe considerar la opción de que las instituciones estén abiertas las 24 horas, todos los días de la semana – incluyendo fines de semana - y los estudiantes también deben hacerse a la idea de tener clases presenciales un domingo, incluso un festivo.
Por su parte, las universidades que cuenten con un gran campus también deben considerar la idea de utilizar parte de esos terrenos para la construcción de nuevos edificios que permitan asistir a clases bajo estas nuevas dinámicas.
Esta adaptación física no va a ser tan fácil para universidades que solamente cuenten con bloques de edificios, pues su adecuación deberá incluir nueva infraestructura o de lo contrario replantear la cantidad de alumnos por clase.
Todos estos cambios, recordemos, llegan en un momento en donde muchas instituciones no van a tener facilidades económicas que les permitan mejorar su infraestructura. Pueda que para las grandes universidades sea una opción, pero en el caso de las pequeñas y medianas va a ser muy difícil que puedan ajustarse a estas nuevas dinámicas.
Clases virtuales
Teniendo en cuenta la situación actual del Covid-19 y lo que implica para una universidad que todo su plantel educativo regrese, quieran o no, las clases virtuales siguen siendo el plan a seguir para el segundo semestre del 2020. Por esta razón, este continúa siendo un gran reto para las instituciones.
Lastimosamente el cambio de la educación presencial a la virtual se dio de forma inesperada y como respuesta rápida a una pandemia. Eran pocas las universidades que estaban listas para dar este paso, seguramente algunas estaban revisando el proceso con clases virtuales – sobre todo en posgrados- pero ninguna estaba preparada para pasar a ser 100% virtual. Por esta razón es muy probable que no se tuvieran plataformas, equipos y capacitación a docentes de cómo realizar esta metodología virtual.
Las consecuencias actuales de esto es que nadie sabe cómo educar virtualmente, los estudiantes y profesores no cuentan con materiales básicos para poder dictar o recibir una clase – como lo son computador, internet y plataformas- entonces tanto padres como alumnos están pensado en la posibilidad de suspender los semestres hasta que las universidades tengan más claras sus dinámicas virtuales o regresen a las clases presenciales.
En este sentido Hurtado afirma que para que la virtualidad funcione como proceso de educación se debe tener en cuenta: la conectividad, el cambio en las dinámicas y compromiso por parte de los estudiantes.
En el caso de la conectividad se pudo evidenciar en este primer semestre que no todos los estudiantes y profesores cuentan con internet en sus casas o este no tiene la capacidad suficiente para poder permanecer en una clase virtual. Por eso se debe crear una estrategia off-line que permita garantizar la educación a aquellos estudiantes que no cuentan con esta herramienta.
También es de vital importancia que los profesores entiendan que las dinámicas han cambiado, que las clases no puede seguir siendo 50 diapositivas llenas de información que van pasando en las pantallas de los estudiantes mientras los docentes hacen una clase magistral. Es importante que se creen nuevas dinámicas que permitan la participación de los estudiantes y que vayan de la mano con la capacidad de atención que se puede tener, incluso se puede plantear la idea de que las clases sean más cortas, pero para ello también se necesita del compromiso de los estudiantes.
Es importante aclarar que nada va a funcionar en la educación virtual si los estudiantes no se interesan por aprender en este nuevo método. Esto incluye que ellos se encarguen de preparar sus clases, leer sus lecturas y entender lo que debe ser una clase virtual.
Es increíble darse cuenta que una generación que en teoría nació en medio de la tecnología y que por eso en muchas ocasiones es llamada como centennial hoy en día esté rechazando la educación virtual. Parece ser que todo el conocimiento que tenían se estaba limitando al uso de redes sociales y a una extraña limitación de no ver todo lo que se puede lograr con la tecnología que manejan. Es por esto que vale la pena preguntarnos ¿deben las universidades capacitar a sus estudiantes para la educación virtual?. Será un punto urgente a revisar, teniendo en cuenta que por un buen tiempo las clases presenciales no van a ser una opción para muchas carreras.
Con estas problemáticas presentadas el panorama de la educación superior es incierto, los padres de familia y alumnos están esperando muchas respuestas que las instituciones aun no tienen y pueda que no vayan a tener, pues en ningún lado está escrito cómo reaccionar frente a una pandemia. Sin embargo, tanto el Ministerio de Educación como las universidades tendrán que trabajar de la mano para poder sacar adelante a los estudiantes, quienes también deberán poner su grano de arena si quieren finalizar sus carreras.
Lo cierto es que las cosas no pueden continuar como van y las universidades deben aprovechar estos meses de vacaciones para hacer una retroalimentación de lo que fue este primer semestre y con un poco más de tiempo poder planear todos los cambios que implica la educación virtual y ajustar todos los procesos que sean necesarios. De no ser así es probable que en el 2021 no tengan alumnos y por consiguiente recursos suficientes para arrancar un nuevo semestre.