Edna Liliana Valencia: la lupa detrás de la construcción afro en Encanto
Con el estreno de Encanto, espectadores de todo el mundo están teniendo una vitrina de los paisajes colombianos, de su flora y fauna, de sus tradiciones y su gente. La producción número 60 de Walt Disney Animation Studios, dirigida por Jared Bush y Bryon Howard, quienes han participado en otros proyectos como Zootopia (2016) o Moana (2016), narra la cotidianidad de una familia colombiana, los Madrigal, cuyos integrantes tienen dones especiales y habitan en una casa mágica en medio de las montañas. Inspirada en el realismo mágico de Gabriel García Márquez, los creadores de esta película recorrieron algunos de los lugares más hermosos de Colombia para dar vida a este filme.
Es bien sabido que la banda sonora, compuesta por Lin-Manuel Miranda, cuenta además con la participación de artistas como Carlos Vives o Sebastián Yatra. También que en las voces detrás de los personajes hay nombres como el de María Cecilia Botero, John Leguizamo, Angie Cepeda, Wilmer Valderrama o Diane Guerrero. Pero además de esto, los realizadores reunieron a un equipo compuesto por antropólogos, expertos en vestuario, música, botánica, arquitectura, lenguas, entre otros aspectos, para darle la rigurosidad necesaria a la construcción de lo que hoy podemos ver en la pantalla grande.
Como parte de ese equipo, llamado Cultural Trust, está Edna Liliana Valencia. Detrás del cabello de los personajes afro, del cuarto de Antonio inspirado en la selva chocoana o la presencia de la marimba de chonta, está el aporte de la experimentada periodista afrocolombiana, que ha trabajado en medios como RCN y, más recientemente, France 24 en español, donde presentó durante los últimos 4 años los informativos internacionales y el programa África 7 Días, el único en español 100% dedicado al continente africano.
En Radiónica, aprovechamos para hablar con ella de lo que fue su experiencia en Encanto, para así adentrarnos en la minucia con la que se construyen estos proyectos. Reflexionamos sobre lo que significa la llegada de esta película a las pantallas del mundo y el peso de las representaciones que ahí se muestran. Además, conversamos sobre su futuro libro y su proyecto de abrir un centro de identidad y estética afro. Esto fue lo que nos contó.
¿Cómo terminaste participando de este proyecto?
Recibí un mensaje por Instagram cuando aún trabajaba en France 24, en mayo del año pasado, que fácilmente hubiera podido no leer. Uno de los productores, qué es mexicano, me escribió diciéndome: “Hola Edna Liliana, mi nombre es Juan Pablo Salas de Disney Animation Studios. Queremos hablar contigo y ver la posibilidad de que nos asesores en un proyecto. No sé si te interesaría trabajar con nosotros”. Y yo… Esto es una broma.
Envié mi correo y mi teléfono. Salas me dijo que me querían entrevistar, pues había otras personas opcionadas. En la entrevista, que fue en inglés, no caí en cuenta, y me vine a percatar mucho tiempo después, que las personas con las que estaba hablando eran la productora ejecutiva, el director, la gente dura dura que hizo la película. Creo que no saberlo me ayudó. Finalmente me llegó otro correo diciendo que me habían escogido, me explicaron cómo era el contrato y me preguntaron si aceptaba. Yo dije que sí. Fue lo más interesante que me pasó en medio de la pandemia.
¿Qué significó para ti participar en Encanto?
No puedo decir que es un sueño cumplido, porque ni siquiera me imaginé que un día iba a trabajar con Disney y que al final de una película iba a parecer mi nombre. Jamás pensé en mandar una hoja de vida, además porque hubo mucho hermetismo al comienzo del proyecto. El equipo de Encanto lleva casi cinco años trabajando en esta película y claramente yo no sabía.
¿Cómo era la dinámica del trabajo?
Todo fue en medio de la pandemia, por lo que el trabajo era básicamente por llamadas virtuales y correo electrónico. En la primera reunión que tuvimos recuerdo que me pasaron un video donde salían los directores de la película viajando por Colombia. Vinieron hace unos cuatro años y recorrieron varias regiones del país como el Valle del Cocora, otras partes de la zona cafetera, Salento, San Basilio de Palenque, los Montes de María. Eso hizo que ya en el trabajo, cuando les hablaba de cosas sobre Colombia, ellos tuvieran una idea de lo que les decía.
Claro que uno le puede explicar a alguien que en Colombia hay un lugar donde se habla una lengua africana, pero el hecho de que lo hayan visto con sus propios ojos me daba un marco general a partir del cual yo podía hablar muchas cosas.
¿Qué sucedía en las reuniones? ¿Cómo se daba ese diálogo?
Las reuniones eran periódicas, en las cuales me preguntaban de temas particulares. Por ejemplo, me decían: “vamos a trabajar hoy en Félix”, que es el personaje principal afro de Encanto, el esposo de una de las hijas de la familia: un hombre afro del Caribe que lo interpretó, en español y en inglés, Mauro Castillo. Me preguntaban mi opinión de lo que veía del personaje a primera vista, a lo que yo les respondía: “Me parece que no hay razón por la cual él esté en chanclas, póngale unos zapatos como a todos los demás”.
Al principio la ropa de Félix era un pantalón desgastado, una camiseta blanca y un sombrero roto, mientras que el esposo de la otra hermana, que era un hombre Bogotá, un académico profesor de universidad, salía con gafas, corbata y su ropa bien puesta. ¿Por qué no puede ser profesor universitario el negro? Félix es el hombre afro que le pone la nota alegre a la película, siempre está sonriente y eso, de alguna manera, también es un estereotipo.
¿Qué tanto podían influir en la película?
Claramente había cosas que no podíamos cambiar, pero logramos ponerle una ropa más apropiada: unas alpargatas cerradas, un pantalón hasta abajo y una guayabera. Aquí hay, por ejemplo, una anécdota muy linda, pues yo les propuse lo de la guayabera. Como no sabían qué era, les expliqué que era la prenda que Gabriel García Márquez había usado cuando recibió el Premio Nobel de Literatura y que se había vuelto muy popular dentro de los turistas que visitaban el Caribe colombiano. Les conté que la blanca se usaba para ocasiones especiales, mientras que la azul o la amarillo crema tenían un uso más cotidiano. Les encantó, además porque la película tiene mucho realismo mágico.
Yo les mandé algunos ejemplos y ellos buscaron diseñadores de verdad. Me mandaron varias opciones con todo el detalle del tejido para que dijera cuál me gustaba más. Y ahí quedó una guayabera amarilla para toda la película y una blanca súper elegante para la escena del matrimonio. Una historia similar tiene la elección del sombrero vueltiao.
¿En qué otros elementos pusiste la lupa?
Le puse mucha atención a las facciones de los personajes afro y al pelo, porque es muy fácil generar caricaturas ridiculizantes. Por lo general siempre nos representan con la cara negra, el labio rojo, las manos blancas y la pañoleta de pepitas en la cabeza, entonces había que tener mucho cuidado para que tuviera sus facciones afro sin reforzar esas representaciones estereotipadas.
El equipo hizo un muy buen trabajo con las facciones y yo no metí mucho la mano, pero después les dije “pilas con el cabello, que sea natural. Necesitamos que haya, por favor, por favor, por favor, un personaje de Disney con pelo afro”. Realmente nunca había existido, la única princesa negra de Disney que existe, la de La princesa y el sapo (2009), tiene el pelo liso. Se refuerza así el estereotipo de qué hay algo malo con nuestro cabello, porque Disney, más allá de hacer películas animadas, entre otras cosas, instala también sistemas de creencias en las sociedades alrededor de la estética.
¿Por qué es tan importante, por ejemplo, este tema del pelo? Que por lo demás ha sido un aspecto recurrente a lo largo de tu carrera.
Yo soy una periodista afro centrada. No es de lo único que puedo hablar, pero es de lo principal que quiero hablar. Mi trabajo en France 24 presentando África siete días me encantaba, más allá de ser una cara del canal o del debate de si era una negra decorativa, que yo sé que a veces cumplo ese rol. Mi contenido en redes sociales también aborda este tema y mi empresa Vive tu pelo afro, plantea una reflexión sobre nuestro cabello. Fui la primera presentadora negra de América Latina que se presentó en un set de televisión con su pelo afro natural.
Todo está relacionado. Si bien soy una fanática de Disney e incluso te puedo recitar de memoria diálogos de películas como La sirenita (1989), cuando veía las protagonistas me sentía fea o que algo estaba mal conmigo. Y pensaba que tenía que ver con mi cabello, al que le empecé a echar químicos desde los 12 hasta los 25 años. No había en ese entonces presentadoras negras en la televisión colombiana y la primera que hubo, que creo que fue Ilia Caldrón, salía con su pelo alisado.
¿Cómo llevaste este diálogo y reflexión a Encanto?
Yo les decía, por ejemplo, que Félix podía tener el cabello 4C, a lo que me respondían, “¿qué es el cabello 4C?”. Les expliqué entonces que 1 es liso, 2 ondulado, 3 rizado y 4 es el cabello afro. El mío, por ejemplo, es 4B. Ahí entrábamos a mirar cómo se movía el 4C si el personaje bailaba, por ejemplo. Y así con cada personaje.
Como Félix se casó con Pepa, que es mestiza, también surgía la duda de cómo iban a ser los hijos. Antonio es negro como el papá, por lo que también trabajé mucho en su ropa y en su cabello. Dolores, la otra hija, tiene el cabello rizado, pero no afro. Entraba también en el diálogo la ropa, que un vestido estuviera inspirado en la estética de la cumbia y que en otros personajes estuviera representada una estética más campesina. Cada detalle se pensaba.
En conclusión, ¿te sientes cómoda con el resultado?
El proceso fue maravilloso de principio a fin. Realmente es gente maravillosa. Nunca sentí que estaba hablando con el director, eran queridísimos y muy atentos a lo que proponíamos. Quiero resaltar, eso sí, que yo era parte de un equipo que se llama Cultural Trust. Disney escogió arquitectos, historiadores, antropólogos -que eran en su mayoría mujeres-, un biólogo, etc.
El trabajo del biólogo Felipe Zapata es absolutamente maravilloso. Cada especie, cada planta, cada flor que tú ves en la película es colombiana. Los pájaros, los árboles, el chigüiro, el jaguar… Fue un trabajo muy minucioso. También fue excelente la labor de Alejandra Espinosa Uribe, la hija de Diana Uribe, que trabajó en la parte antropológica y de historia colombiana.
Un trabajo minucioso…
Sí, lo que quiero decir es que, más allá del talento actoral de la película, más allá del talento musical de los artistas que participaron, este equipo de investigación fue el encargado de que aparezca un ajiaco en la mesa y que pidan la crema de leche. Todos esos detalles los pusimos nosotros y estoy muy contenta con el resultado. Primero porque me escogieron, segundo porque me escucharon y tercero porque pude, por ejemplo, poner la mirada sobre el bosque tropical del Chocó que aparece en la habitación de Antonio. Cuando vean la película lo van a ver.
¿Cómo llegaron a esto?
Estábamos un día hablando de Antonio y de su habitación. Les conté que en Colombia hay dos regiones selváticas: la Amazonía y el Chocó, y les propuse que usáramos esta última como inspiración. Escogí algunas fotos y videoclips de artistas que la han incluido y les encantó. Esto significó un trabajo muy duro para el biólogo, claro, pero creo que aquí conseguí uno de mis grandes logros, ver a la marimba de chonta representada en la película. Es algo hermoso.
Yo sé que es muy fácil decir que es algo histórico, pero es una verdad que la gente afrolatina, no solo los afrocolombianos, nunca habían figurado en una película de Disney. Son muy pocas las películas animadas que están inspiradas en América Latina, fuera de Coco (2017), la mexicana, pero en ninguna había salido afrolatino y una afrolatina. Me parece que en términos de representación me parece algo histórico porque, repito, no es una empresa que hace películas sino que crea imaginarios colectivos.
¿Qué peso tienen estos imaginarios?
Te voy a dar otro ejemplo que yo sé que es de otra compañía, pero que me sirve para mostrar un punto. Mira lo que sucedió cuando apareció un súper héroe como Black Panther (2018). Es una película que le dio por primera vez un superhéroe a mi sobrinito. Y además, son imaginarios colectivos que nos permiten salirnos de la forma como siempre ha sido narrado Colombia: desde la violencia y los narcos. Tener una película inspirada en el realismo mágico que se está viendo en Japón, en Australia, que está traducida a varios idiomas es importante.
Y si bien el tema del desplazamiento forzado sí se toca, el filme hace énfasis en los valores familiares, en la unidad, en la solidaridad del pueblo, porque al final es este el que se une para ayudar a la familia. Es juntos como salen adelante.
Todo proyecto, toda creación viene con sus debates, ¿cómo interpretas esas discusiones que se dieron, incluso desde antes de que saliera la película, sobre lo que se está representando en Encanto y lo que se puede quedar por fuera?
Como una abanderada de la imagen de los afrocolombianos y de la imagen positiva de Colombia, creo que aquí lo importante no es tener la verdad revelada, sino generar una reflexión. Más allá de que Encanto le vaya a fascinar al 100% de los colombianos, es una película que existe y que nos está poniendo sobre la mesa unas reflexiones acerca del país que somos y del país que queremos. Lo importante es reflexionar sobre los temas que nos atañen como nación y sobre los imaginarios que queremos sembrar a nivel nacional e internacional.
Yo no puedo obligarte a ti, ni a la gente que lee y escucha Radiónica, ni a nadie, a que estén de acuerdo con el resultado. Pero salió, es un hecho, y en este momento está en la mirada de miles de espectadores a nivel mundial. Estos referentes de identidad quedan sentados independientemente de nuestras opiniones individuales, que obviamente son válidas y relevantes porque precisamente para eso también se hace una película.
¿Qué es lo valioso para ti de estas narrativas?
Colombia necesita urgente un mensaje positivo. Es un país en reconstrucción, que le apunta al posconflicto, que quiere salir de la imagen de los 90 de narcotráfico, terrorismo, Pablo Escobar y secuestros. 30 años después queremos entendernos como un país sin guerra. Somos una nación joven, de apenas 200 años, en un territorio donde había indígenas desde hace mucho, uno al que llegaron españoles que luego trajeron esclavizados y que de repente quedó con unas fronteras definidas que demarcan lo que hoy llamamos Colombia.
¿Existe una identidad colombiana? Porque uno ve muchas, pero estoy seguro que cada persona se va a poder identificar con al menos cinco aspectos de Encanto. Yo soy del Chocó y allá no se juega tejo, pero todos sabemos que es el único deporte reconocido a nivel mundial inventado en Colombia. Son referentes de lo que hemos construido. Creo que las críticas van a ser más positivas que negativas.
Estás trabajando en un libro, ¿nos puedes contar un poco de este?
Yo escribo poesía desde los 12 años. No sé si llamarme poeta, pues es una cosa de gran responsabilidad y tampoco sabía que eso era lo que hacía. Y en los últimos años me he volcado sobre todo a escribir sobre África, los afrocolombianos, los afrolatinos y nuestra imagen como personas de América Latina descendientes de seres humanos que fueron esclavizados.
Yo quería publicar un libro de cuentos, sin embargo mis seguidores y seguidoras -tampoco me gusta llamarme influencer-, y personas cercanas que confían en mi trabajo, han estado insistiendo en que plantee esa mirada mía del país. Una mirada desde la experiencia de una mujer racializada, para no decirte qué es el libro que habla sobre el racismo,y así hablar de cómo las estructuras de poder de Colombia subordina a la comunidad negra, a las mujeres negras y aún más a las mujeres negras pobres. No puedo dar muchos detalles, pero el libro es una mezcla de poesía con un análisis de la realidad de estas estructuras que imperan en el país.
También tienes un proyecto alrededor de un centro de estética que supongo se conecta con todo lo que hemos hablado.
No existen salones de belleza para mujeres negras en Colombia. Cuando llegó me dicen que mi pelo es difícil. No, el problema no es mi cabello, el problema es que tu no sabes manejarlo. En Colombia y en América Latina en las academias de belleza les enseñan solo a trabajar con el cabello liso. Tampoco hay productos en el mercado, todo es para pelo liso y sedoso.
Yo lo que quiero con este centro es devolver a la mujer negra ese espacio de intimidad donde su belleza sea respetada y dignificada sin insinuarle que tiene un problema con su cabello o que tenga problemas para encontrar maquillaje para su tono de piel. La belleza en el mundo sigue siendo pensada desde el estereotipo de lo centrado, desde unos preceptos que se quedaron aquí desde la colonia.